Prólogo

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❝ Now there is a
fire in me.
A fire that burns  ❞

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Los recuerdos que tengo están pasmados entre la niebla y el desaliento.

El desaliento de tener una familia, tal vez, ese desaliento aterrador de ser parte de una anormalidad, un triangulo en un mundo de cuadrados, sin suficientes puntas, puede llegar a ser una emoción pausada en el tiempo. Los momentos que escribo, para poder recordar quien soy y a quien le pertenecía, son el frenesí de una mente en marcha hacia su destrucción, desesperada por tomar los matices de mi alma para no carecer de una, para no destruir lo que me queda y abalanzarme a la locura.

Locura autoprovocada, por las hiedras venenosas de una mente siseante. La marca poderosa del desapruebo de tus propios progenitores, el hinchazón de tu insuficiencia, cada palabra que escribo es desde el odio, pues la compasión quedó enterrada en un espejo maldito, todo aquello que escribo reside en la exigua y rota bomba palpitante que me mantiene con vida, pues no tuve mano que me levantara ni sonrisa qué me hiciera latir, así que escupo toda la sangre que ha salido con rabia para la tinta, y aprieto el bolígrafo cada vez que un recuerdo se cruza entre el medio de mi cabeza.

Familia.

Vuelve a venir a mi cabeza cómo vómito mental, no dudo en escribir la palabra mientras me concentró en la televisión mal enchufada de mi habitación. Episodios de veinte minutos con familias felices, de abrazos, abrazos qué alguna vez me gustaron y que la carencia de una madre rodeando con sus brazos mi cuerpo, provocando la extraña sensación de seguridad que ahora es imposible sentir, solo es uno de los pocos matices que me surge en amargura, un ceño fruncido y el veneno de mi mente intentando disuadirlo.

Ni siquiera estoy segura que es lo real entre mi imaginación cizañosa o mi anhelante deseo de utopía en una distopía mucho peor que los tristes libros que se encuentran olvidados en la biblioteca. Es lamentable mi ausencia de mente, donde ni el rostro de los que alguna vez fueron mis padres esta presente, ni si su sonrisa era similar a la mía o de donde viene el azabache en cada hebra de mi cabello, no sé nada, mis ojos se ponen en blanco mientras hundo mi cara en la libreta que es víctima de mis pensamientos, es víctima de una víctima carente de lo que se hace llamar afecto, de lo que un humano siente.

Las pastillas tienen un mal sabor, era otro pensamiento proveniente de un recuerdo. El ardor en los músculos mientras te fuerzas a correr, para no ser la última de las ratas de laboratorio, aún sabiendo que el final va a ser el mismo para todas las almas expectantes de un futuro brillante, aspirando a la grandeza, una grandeza que se escalaba entre jalones y empujones, sin importar patear al primero que quiera tener lo que quieres tener. Los sueños son deseos egoístas de una humanidad que prevalece por el estima propio y las oportunidades son escasas, decir lo contrario es una ironía que me hace reír mientras aprieto el bolígrafo.

Murder | SeongHwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora