Capítulo 1

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- ¡Ya basta, mamá, tengo todo lo que necesito!- exclamó Caeli, sosteniendo con difilcultad su maleta mientras su madre chequeaba una lista escrita en una computadora.

- ¿Segura, linda? ¿Incluso los zapatos amarillos de Router?- corroboró Stella.

- Incluso los zapatos de Router.- sentenció la platinada cansada. Su madre la había estado volviendo loca desde un mes antes del comienzo de las clases.

- ¡Tu primer año en Alfea! Mi bella niña está creciendo.- comentó emocionada el hada del Sol y la Luna, pellizcando las mejillas de su hija con efusividad. Caeli trató de sonreír pero no estaba tan feliz como su madre.

- Si tan solo Olethea estuviera aquí...- deseó la princesa en un murmullo. Sin embargo, Stella la escuchó y le sonrió compasiva. Rodeó sus hombros en un semiabrazo y la acercó a ella.

- Oye, ella está aquí. Siempre que la tengas presente estará.- tranquilizó la reina y su hija esbozó una sonrisa sútil. - Ahora ve, y comienza tu aventura, hija.- Stella besó a Caeli en la frente y la soltó de su agarre. - Te quiero, linda.- le dijo.

- Yo también, mamá.- contestó la platinada y, luchando con su pesada maleta, se dirigió hacía la entrada de Alfea.

Stella dejó escapar un sollozo. Había soñado tanta veces con ese día que ya le parecía irreal. Si solo Brandon estuviera allí para vivirlo. Estaba segura que estaría sonriendo orgulloso mientras vería como Caeli se adentraba en Alfea.

- Te acostumbrarás.- le dijo Musa llegando a su lado. - Carmina ya ni siquiera me quiere saludar.- comentó.

- ¿Dónde está ella?- preguntó curiosa Stella.

- Saludando a su novia.- contestó la azabache con una pequeña sonrisa pícara.

- Esas dos están haciendo historia, deberías estar orgullosa.- dijo la reina de Solaria.

- Lo estoy pero deberías haber visto la cara de Galatea cuando su hija le contó que estaba saliendo con Carmina. Casi le da un infarto.- explicó Musa entre risas. Stella se le unió risueña.

Una joven de cabello verde cortado al raz de la cabeza se acercó a ambas.

- Adiós, ma.- le dijo a Musa y esta le sonrió.

- Hasta que te acuerdas.- bromeó la ojiazul y su hija rodó los ojos. - Adiós, hija. Portate bien.- advirtió Musa. Carmina rió y se dio vuelta dirigiéndose a Alfea.

Más cerca de la entrada, Flora despedía a su hija Brina. La acompañaban su esposo Helia y su hijo Bruno. Era su último año en Alfea. El año en que se transformaría en un hada verdadera. Flora estaba extasiada. Su último año en la escuela había sido extramadamente turbulento gracias a Valtor pero al menos le había sido fácil conseguir su Enchantrix. Esperaba que su hija tuviera la oportunidad de conseguirlo también.

- ¿Estás emocionada?- preguntó el hada de la naturaleza a Brina. Ella se encogió de hombros.

- Algo, estoy más emocionada por conocer el nuevo compañero de cuarto de Bruno.- respondió levantando sus cejas sujestivamente.

Flora escuchó a Bruno reír y a Helia suspirar rendido. Su hija era muy distinta a ellos, definitivamente. Era coqueta y seductora, extremadamente extrovertida e impulsiva. Todo lo contrario a Flora y Helia. La morena no entendía de donde lo había sacado o donde lo había aprendido, pero no le importaba mucho. Era su hija y la seguía amando.

- Quiénquiera que sea, le diré que se cuide de ti.- contraatacó Bruno y su melliza le sacó la lengua.

- Nos vemos, hija.- saludó Helia, envolviendo en un abrazo a Brina. Ella se lo correspondió gustosa, pues no era ningún secreto que era la consentida de papá.

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