«Nacimiento»

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«Nacimiento»

«He nacido. Por fin he nacido»  

El eco de sus voces resonó por el espacio como si se tratasen de las campanas de una catedral.    

Un resplandor irisado llena el espacio blanco que se extiende hacia el infinito, un lugar distinto a la Tierra y al cielo. Un cantidad incontable de esferas blancas que parecían cubos flotaban sobre las olas. Son los dioses y los ángeles.  

Las formas humanas de los dioses y los ángeles son producto de la imaginación de los hombres y en su origen estos seres carecen de forma.  

Este es el lugar al que la humanidad llama «Heaven Birth». Aquí no existen ni el tiempo ni el espacio ni las dimensiones: solo se extienden sin fin el blanco y el iris, y en él conviven eternamente las blancas esferas que componen la forma original de los dioses y los ángeles. Ni siquiera existe la noción de desplazarse a este lugar, y normalmente se trata de un sitio que los humanos no serían capaces de presenciar. Aquí solo se encuentran los dioses y los ángeles, y ni la materia —entre los que se incluyen los organismos— ni la antimateria pueden entrar en este lugar.  

En el centro del sitio donde flota la conciencia de las esferas divinas y de los ángeles se arqueaba la imagen tridimensional de un bebé humano gigante. El fuerte llanto que produce el bebé al nacer se extiende por todo el espacio. El bebé no existe en este lugar y sin embargo estaba empapado de los líquidos orgánicos de su madre, como si se encontrase allí. «Vaya, he nacido como ser humano en la Tierra»  Se escuchaba un eco de voz desde una de las esferas. Se trataba del dios al que los humanos llaman Odín.  

Si Odín fuese un humano, imaginaría una pieza de música en concreto. Entonces, empezó a resonar el «Coral a cuatro voces del cuarto movimiento de la Novena Sinfonía compuesta por Beethoven» por el espacio infinito color blanco e irisado.

«Oda a la Alegría»  

Odín escogió esta pieza musical a propósito porque nació un bebé con forma humana. Celebró su nacimiento con júbilo para que no se doblegase ante todas las obras, las dificultades y el sufrimiento con los que cargaría a partir de entonces.  

Tanto los dioses como los ángeles saben cómo será el camino de espinas que recorrerá este bebé. Entienden que se tratará de un recorrido lleno de aflicción.  

Por eso, por lo menos ahora, querían festejar su nacimiento con alegría en este Heaven. Eso fue lo que pensaron los dioses y los ángeles.

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