sᴜᴅᴏʀ ❀်ིི۪۪۫۫⸼̥꒰°⃘۪۪̥̩̥◌ ۪۪۪۫

ᴘᴀʀᴛᴇ úɴɪᴄᴀ ⃟ੂ۪͙۫ׄꦿ๑࿐

Si de algo se arrepentía Min Yoongi era de haber tomado ese 14 de febrero.

Era "el día del amor", así que había decidido salir con su tierno prometido, Jeon Jungkook. Había sido una noche tranquila, un momento tan agradable y efímero en el cuál habían compartido un tazón de ramen. Iba todo perfecto, hasta que Yoongi había decidido beber grandes cantidades de sake. Jungkook prefería lo dulce, por lo que decidió pasar, advirtiéndole que él también debería hacerlo. Pero no se detuvo. Había que disfrutar, ¿no?
Salieron del local con el mayor subido de copas. Jungkook insistía en que no podía manejar, pero Yoongi tenía pensado hacerlo, y nadie le puede hacer cambiar de opinión.
El camino no iba mal, a pesar de que conducía ebrio. Hasta que se escuchó un tono de mensaje del teléfono de Jungkook. El contacto marcaba como "TaeTae ♥︎", y felicitaba a Jeongguk por el día de la amistad. Bastaba con ver el nombre para hacerle hervir la sangre al más bajo, y a pesar de no haber leído el texto ya estaba bastante ebrio y enojado como para pensar en sus palabras.
— Elimina a ese idiota.
— ¿Que?
— ¿Para que escribe a esta hora?
— Amor, es solo un amigo. Solo quería saludar.
— Pues que amiguitos los tuyos. Porque no te vas con él como la maldita puta que eres — no, eso no era lo que quería decir. Pero el alcohol había surtido efecto, la vista se le ponía borrosa y el sonido era distorsionado.
— Yoongi — estaba por llorar, lo conocía bien, era bastante sensible, en especial con las personas que le importaban — ¡MIRA ADELANTE!
Ya era demasiado tarde cuando noto que se había desviado del camino hasta dar con un poste del lado del menor.

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La cabeza le daba vueltas, el cabello le cubría la frente mientras se le pegaba con sangre, el cuerpo le dolía y le costaba abrir los ojos en su totalidad. El color blanco abundaba en la casi vacía habitación, y no hacía falta pensar mucho como para saber que se encontraba en un hospital.
No recordaba como había llegado ahí, pero no encontraba a Jungkook. Hasta que recordó lo sucedido una semana atrás.
Una señora cerca de los 35 años ingresó en la habitación.
— Señor, veo que ya despertó. Me gustaría que-
— ¡¿En donde está Jungkook?! — exclamó preocupado.
La enfermera apretó la tabla con hojas que traía entre los brazos.
— ¿Se refiere a la persona con la que iba acompañado? ¿El muchacho de cabello rojo cereza y ojos grandes?
— Si, es él. ¿Qué pasó con él? ¿Donde está?
El silencio reinó en el ambiente por segundos que parecieron eternos.
— Lo lamento, niño. Pero si sirve de algo, lo último que dijo fue "Te amo, Gigi" antes de...
— ¿De que?
Era la primera vez que Min Yoongi había sentido miedo, un temor tan intenso que hacía doler el pecho y dificultaba su respiración. Ese fuerte sentimiento que todos tenemos y que despierta en momentos causando gran desesperación.
— Lo lamento.
Y él no pudo hacer más que levantarse de la cama y correr en dirección a la morgue en el piso más bajo del hospital.
Ahí no se encontraba nadie más que un doctor, y no parecía ser un lugar muy visitado.
— Usted no debería estar aquí. — dijo con voz rasposa el señor de mayor edad.
— ¿Donde está él?
No hacía falta explicar quien era para que el señor le mostrara abriera uno de los cajones y sacara una bolsa con el cuerpo de su prometido, aun tenía el gran polerón rosa y el anillo de compromiso. Su rostro tenía sangre seca, una sonrisa y sudor.
— ¿Es normal que un cadáver sude?
— No es muy común.
— ¿Puedo secarle?
— Supongo.
Y con el permiso del hombre, pasó con delicadeza la parte inferior de su manchada sudadera por la frente del cuerpo inerte de su novio.
Tras firmar unos papeles, salió del hospital en el viejo auto de su madre.
Él juraba poder ver el fantasma de Jeon Jungkook cuando tocaba su anillo de compromiso, igual que juraba no haber visto ese auto.

Min Yoongi
1993 - 2020
Causa: accidente de tránsito

Y es que cuando un muerto suda, es porque busca a quien llevarse.