Luz en la Oscuridad - Nuestra amistad

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Y mientras Estela, rojiza e hinchada por llorar sobre su mejor amiga, Alma, salía de la casa apenas con visibilidad para cruzar la calle. Amparo la vio salir, pero la escuchaba sollozar, supuso que realmente la situación era grave y requería de alguna intervención mayor como hermana.

— Supongo que ya se lo contó —expresó Alfonsina, la madre de Alma y Amparo.

Amparo dedujo con facilidad que Alfonsina algo sabía, de inmediato se volvió a su madre exigiendo que hablará, mientras Alfonsina terminaba de preparar las galletas de chocolate que tanto le gustaban a Alma— Miriam me habló sobre el ascenso de su esposo —contó Alfonsina quitándose los guantes de cocina.

— Eso parece excelente —expresó Amparo— es una buena noticia para la familia de Estela, no entiendo ¿por qué tanto alboroto? —

A lo que Alfonsina en un suspiro respondió— El trabajo propuesto es en Buenos Aires —Amparo pronto entendió, ahora sabía lo que sucedía y porque Estela lloriqueaba con mucha pena.

Pensó en Alma y en lo mal que seguramente ahora lo estará pasando— supongo que quieres que vaya a buscarla para que coma las galletas —asumió arrastrando las palabras, odiaba ver mal a su hermana y ahora mismo lo menos que quería es que Alma se viera mal, frente a una situación como esta.

Amparo subió al cuarto de Alma y sabía que no la escucharía sollozar, ni tampoco gritar. Amparo sabía que Alma era un silencio en su dolor, intentando lidiar con sus sentimientos y emociones, mostrándose fuerte siempre, como si nada le hiciera daño, como si lo entendiera todo. Tocó la puerta de su hermana, cuando la vio media abierta y vio a su hermana tirada en la cama, supuso que la tormenta apenas estaba empezando a tomar forma dentro de ella, pensando en lo que estaba sucediendo.

— Entonces, la llorona ¿se va? —Alma apenas escuchó a su hermana y asintió mientras tapaba su rostro con su antebrazo y cerraba sus ojos, como si la luz le molestase.

Pero no quería que nadie supiera que estaba sufriendo por dentro— y su nombre es Estela, que te quede claro Ami —le recordó sentenciante, solía decirle a su hermana “Ami”, se había vuelto un apodo lindo para ella, pues cuando era pequeña, cuando Alma trataba de pronunciar el nombre de Amparo, casi nunca podía decirlo y solía decirle “Ami” y se quedó así desde entonces.

Amparo era comprensible, pero trataba también de no hacer sentir a Alma que daba lástima— Va, va, entiendo, ¿estás bien? Ali —se sentó en el borde la cama de su hermana y Alma sintió el apoyo de su hermana, se sentó a su lado también y bajo su cabeza, tratando de evitar llorar, mientras su coleta caía sobre la cama, ocultando su rostro.

— Tengo que estarlo, Ami, las cosas nunca se mejoraran si me pongo a llorar, además, es re buena la oportunidad que le ofrecen al padre de Estela, vivirán mejor que ahora —el hecho de que Alma lo viera de esa forma y su rostro con los segundos pasando se tornará más y más nostálgico, era muy contradictorio en todos los sentidos.

— Entonces, lo estás aceptando, ¿no te preocupa que se consiga otra mejor amiga por allá? —Amparo había leído hace un tiempo, el dolor de una partida, casi de inmediato lo recordó, estando con Alma, viéndola aguantar su pena y resistiendo a lo que seguramente era la crisis en la etapa de la adolescencia. Despedirse de una amistad no era algo fácil de procesar y menos cuando no había rencor entre ambas personas.

Según el artículo que Amparo había leído, el dolor de una partida, era mejor procesarla lo antes posible, para que llegado el momento, las emociones no atentan contra la vida de la persona y terminará por destruirla.

Pero Alma levantó su rostro y frunció su ceño, dirigiendo su rostro a su hermana— ¿Qué dices? Nuestra amistad nunca se verá destruida por nadie, es indestructible, no se como puedes pensar eso —Alma desvió su rostro y tomo una almohada, responsable sobre su abdomen para evitar el dolor que empezaba a sopesar.

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⏰ Última actualización: Sep 16, 2023 ⏰

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