¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
✧･°.*✦ CAPÍTULO CUATRO. hora de comprar un vestido ┗━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━
🗣 galilea's pov, REAL LIFE. 📍☕ CAFETERÍA DEI COFFEE & KITCHEN, ANDORRA 23 de junio del 2019, 9:47a.m.
En el final, Silvia y yo habíamos quedado para vernos en un Café que ambas ya conocíamos desde un pasado; un sitio que solíamos visitar de vez en cuando para vernos y tomar un pequeño desayuno si podíamos o nos daba tiempo.
Claro que, aquellas salidas no eran tan frecuentes como me gustaría poder decir, pero aún así los pocos momentos creados hicieron de aquel lugar inolvidable para mi memoria. Era tranquilo y pacífico, perfecto para pasar un rato de plática acompañadas por un par de risas, al mismo tiempo comiendo un sándwich o tomando refrescos de plena mañana.
De por sí, ya estaba llegando algo tarde. Me maldecía a mí misma por eso.
Al momento de entrar al local, lo primero que hice fue buscar a mi amiga con la mirada, pues estaba segura de que ella estaría esperando en alguna de las varias mesas esparcidas por el lugar. Mientras analizaba mis alrededores noté todo tipo de personas. Usualmente, las que verías en una común y corriente cafetería: aquellas que venían con sus laptops para trabajar o estudiar, otras que simplemente desayunaban, y también las que solo se dedicaban a conversar tomando un café notablemente caliente. Pero entre toda esa multitud, divisé a la lejanía la figura de Silvia observando su celular con calma.
Una sonrisa inevitable se formó en mi rostro a la vez que retomaba nuevamente camino hacia aquella persona, la cual a los segundos, también logró notar mi presencia, levantándose de su lugar y recibiéndome con un gran abrazo de bienvenida. Un gesto que disfrute después de tantos años lejos.
—Galilea, dios santo —inició ella, aún sin separarse de mi cuerpo—. Te he extrañado como no te imaginas.
—Silviaaa, siento que no te he visto en décadas —comenté con algo de humor, sin querer apartarme de ella. Luego solté un pequeño suspiro nostálgico—. Madre mía, sí que ha pasado tiempo.
Después de aquel pequeño saludo, no tardamos mucho más en tomar asiento para poder tener más comodidad y privacidad en lo que nuestro reencuentro conllevaba. Al momento de, finalmente, apoyar mi peso en aquella silla hecha de madera refinada, un mesero que paseaba por la zona no dudó en ir y darnos una cartilla con las opciones del menú de desayuno, luego retirándose y dándonos tiempo para pensar nuestro pedido, a pesar de que ya sabía que no pediría tanto dado a que mi estómago no me pedía nada con urgencia. Algo para refrescar mi paladar sería mi opción más viable, sin embargo no pensaba mucho en eso ahora.
—¿Y...? —inició Silvia una vez nos encontramos en un pequeño momento de silencio. Coloqué al instante mi atención en ella, despabilando mi mente y escuchándola con atención después de un pequeño trance sin importancia que había tenido momentáneamente—. Cuéntame, ¿qué tal ha sido de tu vida allá? ¿Qué se siente volver? No te me quedes callada que para eso yo no esperé casi tres años, macho.
