Retratos

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El taller de un artista es algo sagrado, una concepción del diseño, una demostración del alma de aquel que lo habita. Dicen que el artista es una extensión de su obra, y no al revés, como aquellos ignorantes de lo que significa ser arte y no hacerlo podrían afirmar. La obra, al igual que el taller del artista, es una península pensante y viva de su creador, aunque sería más apropiado afirmar que son en realidad estos los que crean a aquel que los proclama como propios.

El arte no es algo que se pueda palpar, aunque tampoco es un simple concepto. Arte no es, como descripción literal  de la palabra, una actividad en la que el hombre recrea, con una finalidad estética, un aspecto de la realidad o un  sentimiento en formas bellas valiéndose de la materia, la imagen o el sonido. Mucho menos es un conjunto de obras que resultan de esta actividad, así como las diferentes tendencias o estilos de las mismas.

A grandes rasgos y de forma más resumida y clara. El arte, como lo conocemos, no es una imagen de la Gioconda o la Noche estrellada colgadas en una pared. No es el David de Miguel Ángel  o la Venus de Milo encerrados en un museo sin libertad. No son los nombres que los humanos, en nuestra búsqueda del sentido en base a la catalogación  y las cuentas, le dimos a las expresiones de los griegos, de su etapa helenistica, o a los maestros del renacimiento, del neoclasicismo, del barroco, del romanticismo, del impresionismo, del surrealismo, del cubismo y de cuantas corrientes artísticas existan o aún tarden en existir.

El arte no es una palabra, no es un objeto ni una representación de aquello que no somos capaces de ver o imaginar. No es una escena directamente amputada de un libro que ha apresado la libertad ideológica de la humanidad durante siglos. Arte no es ni mucho menos una imagen inspirada por una leyenda de la mitología más vasta y hermosa que nos hayamos encontrado jamás. No es, respectivamente, ni un Jesús en su cruz ni el nacimiento de una Venus sensual.

El arte no son los cuadros, no son los artistas que los traen a la vida.

Arte no es una palabra, mucho menos un concepto.

El arte no son las corrientes o  estilos con los que se le identifican.

Arte no es una obra de teatro o una canción.

No es un libro o un filme.

Una pintura o una escultura.

Pero ante todo esto...

¿Qué es el arte?

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Esa pregunta llevaba rondando en su cabeza durante el mismo tiempo que llevaba el aire paseando por sus pulmones, el pensamiento alimentando su mente. Se había visto a sí mismo envuelto en una vida de sangre, dolor y penas, de responsabilidades y destinos que eran más grandes que él, más importantes que su vida y sus opiniones.

Él estaba en el museo aquel día, observando con curiosidad profana y obtusa esa pintura marcada por el paso del tiempo. Las personas iluminaban su figura con la mirada, seguían al de ojos  esmeralda que, más que ver la obra por su resultado y expresión superficial, se enfocaba en estudiarla, admirar y aprender del dibujo bajo la pintura. Aprendía de las pigmentaciones con las que el artista preparó el óleo, de los pinceles que utilizó y las celdas  de los mismos; de la forma y las capas en las que aplicó la pintura; de los empastes utilizados y la forma en que la obra fue restaurada por manos ajenas a la autora una y otra vez.

Él se acercaba y alejaba de la pintura periódicamente, tomándose su tiempo en analizar el lienzo frente a él a profundidad. Pensaba en la técnica, en el estilo del artista y lo que diferenciaba a esa de entre el resto de sus obras. Y en última instancia repasaba la historia del autor, el momento en el que trajo a la vida a eso que tiene actualmente frente a él y lo que para el artista significaba esa pintura en particular, para luego decidir qué significaba para él. Se separó de la pared, le echó un último vistazo al retrato y se alejó.

SaskiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora