Su madre le había contado que cuando era bebé solía llorar día y noche.
Desde que abría sus ojos en la mañana hasta que desistía cuando el cielo se tornaba oscuro, y era una especie de pesadilla en carne propia, muchos problemas en sus cuerdas vocales fueron causados gracias a sus gritos desgarradores, además de no dejar que sus padres descansen bien o tengan un sólo segundo de paz.
Nadie entendía que era lo que le pasaba, según los doctores Jimin era un bebé sano.
Su heterocromia no afectaba a su visión, era como cualquier niño normal.¿Entonces por qué siempre miraba a su madre con esos ojos tan desesperados?
Fueron los peores momentos en la vida de SunMi y Seunghyun, que hasta que el pequeño no pasó sus cuatro años no pudieron descansar como se debía.
Jimin lloraba por la horrible visión que tenía del mundo, ¿Pero como saberlo?
Quizá el infierno haya sido menos doloroso para esa alma tan pura y pequeña.
Desde bebé veía las pieles de su madre cediendo hasta terminar cayendo en los abismos. Sus huesos hacían presencia con millones de gusanos degustando su carne, y mientras los gritos aumentaban, los gusanos también.
Porque la angustia de su madre crecía con cada lágrima.
De igual forma Jimin sólo tiene un recuerdo muy claro, quizá el primero con coherencia.
Tenía alrededor de cinco años, si mal no se reflejaba en su mente. Jungkook, su hermano mayor, había querido asustarlo poniéndose una máscara de un hombre lobo. El pelinegro en vez de salir corriendo despavorido como cualquier menor, se acercó a su hermano con una sonrisa. Acarició la superficie de plástico y cabello sintético, su ojo celeste brillando como nunca.
Porque cuando alguien cubría su rostro él no veía todas esas cosas horribles.
—Nunca habías estado tan lindo Kookie.
A sus dieciocho Jimin se había acostumbrado al aura de su madre, que siempre parecía ser la misma. La piel que colgaba de su rostro tenía tonos verdosos mezclados con naranja, unas ojeras negras y hundidas como dos pozos apuntando al inframundo se acentuaban debajo de su cabello platinado. También parecía tener verrugas por todo su cuello.
Cuando sus padres peleaban, la piel se le caía.
—¡Llegué! —Exclamó Jimin cerrando detrás suyo la puerta, con su ojo celeste tapado por su párpado temblante. No podía soportar mucho tiempo sólo con uno de sus ojos abiertos, por lo que prefería aprovechar esos momentos cuando estaba caminando por la calle. El aura de las personas desconocidas lograban asustarlo, o causarle muchísimas más pesadillas de las que ya tenía todas las malditas noches.
A veces podía ver como se quemaba la carne viva de las personas, y podría jurar captar el aroma putrefacto con su empinada nariz.
Suspiró fuerte sin oir nada, por lo que dejó su mochila a un lado de la puerta de entrada dando lentos pasos hacia la cocina.
Se encontró con una nota pegada en el refrigerador.
"Minnie, fuimos a llevar a Kookie al aeropuerto. No volvemos hasta tarde.
Te dejamos dinero en la mesa, compra pizza.
Te amamos gatito."Cada vez que alguien veía sus ojos de distinto color lo primero que se les venía a la mente eran los gatos, o los perros que poseían la misma patología. Desde pequeño toda su familia lo mimaba diciéndole gatito, su hermano le sacaba fotos con una cámara profesional para subirlas a todas las redes sociales, las personas se interesaban por esa mirada intrigante que lo hacía único.
¡Pero ellos no tenían idea!
Bufo un poco molesto, por un lado que sus padres no estén significaría no tener que cenar viendo sus auras en primera persona. Pero luego estaba el hecho de que tenía que volver a salir de su hogar.
Se abrazó a sí mismo sintiendo leves temblores dentro de sí mismo, frío invernal colandose desde la planta de sus pies. El terror que emitían sus cuencas aguadas.
Es que a veces las personas podían guardar tantas cosas dentro de ellos mismos...
Taehyung era un claro ejemplo. Ese joven siempre sonreía, era amable, buen compañero, una persona educada. Y ver que en realidad combatía una lucha con su depresión lo hacía sentirse mal, ya que no podía hacer nada para mejorarlo. Cada día que pasaba su piel era más negra, se pudría con una velocidad atemorizante. La tristeza, los sentimientos desoladores y suicidas marcaban ese maldito aura.
Suspiró despeinando sus cabellos, logrando que miren hacia el cielo.
Mordiendo sus mejillas por dentro tomó el dinero y caminó directo a la puerta de salida. Pero no sin antes ver su reflejo en el espejo del pasillo.
Labios gruesos y redondos, mejillas enrojecidas por las fervientes ganas de romper en llanto. Ese terror que recorría su columna se veía reflejado en su iris chocolate y también en el celeste, que enfocaba su piel bronceada como una maravilla.
Porque lo único que podía ver normal era su reflejo.
Y no entendía por qué.
Sus manos escondidas en el bolsillo gigante de su sueter, pestañas largas y arqueadas que dificultaban un poco más su visión (Gracias al cielo, pensó). Quizá su figura delgada se veía esquelética vistiendo sólo de negro, pero no quería prestarle mayor importancia.
Tenía en su mente caminar, comprar, volver y comer. Sentía los pasos de las personas caminando a su alrededor, gente saludandose entre sí. Sus vecinas hablando de la terrible ola de calor del verano pasado, niños riendo jugando en el cesped, perros ladrandole a los gatos que se protegían sobre los árboles.
Era todo tan banal, tan convencional.
Su vida parecía la de un típico adolescente con falta de actitud social, retraído e introvertido.
Si tan sólo lo supieran...
Distraído con el sonido que hacían los autos al pasar a su lado, despeinado sus cabellos, contando los pasos que hacían sus pies sobre la vereda, no pudo prever lo que estaba a punto de ocurrir.
Algo que le cambiaría la vida para siempre.
—¡Cuidado! —Una voz gruesa sonó deleitando sus oídos, luego unas ruedas frenando, una bicicleta roja que lo atropelló sin darle la oportunidad de subir su rostro.
Sintió un fuerte dolor en su brazo y luego se dejó llevar por la inconsciencia.
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Heterochromia | Adaptación | YoonMin
FanfictionLágrimas doradas, pieles cayendo a los suelos y un joven que todo lo ve. adaptación de la original por @ctaelips