No ganaban nada con discutir.
Todos se levantaron de la mesa y fueron a sus habitaciones. Tenían mucho que reflexionar.
Ese día era domingo así que Eins tendría un día libre para prepararse psicológicamente para soportar a un niño.
Su padre les enseñó todo lo que sabía.
Desde darle de comer hasta jugar con el pequeño.De bañarlo o cualquier otra cosa que involucrara verlo desnudo se encargaría una sirvienta.
—Es fácil ¿No?—
Los cuatro príncipes menores asintieron.
Eins no respondió nada ni siquiera con alguna expresión y Ernst, bueno el tenía un debate mental sobre como deshacerse del niño sin que nadie se diera cuenta.
—Muy bien. Cómo dije hoy lo cuidaré yo, pero quiero que empiecen a prepararse para cuidarlo—
Bruno levantó su mano.
—Padre...¿cómo sabremos cuando tenga hambre, frío, o sea lo que sea si solo llora?—
Viktor rió un poco.
—Se acostumbraran además, no siempre va a estar así. Según tengo informado esa máquina regresa el tiempo pero no es para siempre. Lo que quiere decir que Heine crecerá más rápido. Bueno...solo crecerá hasta llegar a como estaba antes—
Los cuatro príncipes más jóvenes comprendieron sorprendidos y sintieron un gran alivio. Por lo menos había una esperanza.
—Los guardias buscarán al creador del artefacto. Tal vez el pueda arreglar este lío. Si no tienen otra pregunta me retiro—
Dicho eso el rey se marchó con el pequeño en brazos. Realmente eran inseparables.
Eins también se retiró y Ernst le siguió como siempre.
Los hermanos se miraron entre ellos y optaron por ir a sus habitaciones. También debían prepararse para cuidar a un niño tan pequeño, en especial si no querían lastimarlo.
Después de todo era el tutor que tanto los cuidó y ayudó.
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— ¿No crees que deben hacerse responsables? Ellos te hicieron esto...aunque en parte yo igual tengo la culpa. Debo escucharte—
Viktor seguía hablando con el pelirrojo quien no entendía en absoluto pero le ponía muchísima atención.
— Tienes razón. No debo sentirme triste. Pronto regresarás a la normalidad, aunque extrañaré tu linda y pequeña apariencia—
El pequeño tomó con sus diminutas manos la medalla que colgaba del traje del rey. La veía detalladamente y tocaba los bordes de esta. Viktor lo miró y sonrió. Realmente era muy curioso.
— ¿Te gusta? Cuando lo ví la primera vez pensé que era algo que sería muy difícil de portar. Llegué a creer que no lograría ser un gran rey, pero eso cambió cuando te conocí. Gracias a ti pude ver qué necesitaba realmente el reino para mejorar. Muchas gracias Heine —
Para cuándo Viktor había vuelto a mirar al pelirrojo se dió cuenta que este estaba dormido en su pecho. Simplemente rió. Había olvidado lo mucho que los bebés duermen y no era para menos, su última hija ya no era una bebé así que era normal que olvidara muchas cosas al respecto.
— Tienes suerte que ya no se use la misma ropa de antes para los bebés. Seguramente sería muy difícil conseguirte algo. Me alegro que hayan encontrado tu ropa perfecta—
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De Vuelta a la Infancia Heine
Ciencia FicciónEl tutor real Heine Wittgenstein resultó siendo una victima de un error de sus alumnos, lo que provocó que este volviera a su etapa de la infancia. El rey Viktor ordenó que fuera cuidado por los responsables.. ¿Qué tan difícil puede ser?