1

2K 258 61
                                    



Es mediados de julio y los días pasan lentos, aburridos, sin nada emocionante por esperar al día siguiente o al siguiente después de ese. Son vacaciones y, mientras otros chicos de su edad están disfrutando de la libertad que supone en no asistir a clases, Kongpob se encuentra trabajando.

Logró conseguir un trabajo de medio tiempo en la clínica veterinaria de su hermana Queen, y a pesar de que a Kongpob le gustan los animales, piensa que no hay nada muy atractivo en trabajar detrás de un mostrador. No mucho más que el sueldo que le están pagando por pasar sus tardes allí esperando a que algún cliente llegue. Es algo triste, porque ni siquiera ha podido tratar mucho con los animales que llegan a la clínica, no como le gustaría.

Ahora mismo, se encuentra mensajeando con su mejor amigo M. Son pasadas las dos de la tarde de un aburrido sábado y él se encuentra sentado en su habitual silla detrás del mostrador, entretenido únicamente por las anécdotas de su amigo.

cuando me di cuenta el agua ya estaba por todo el suelo TnT

jajajaja

no es gracioso Kong... me caí TnT

M también consiguió un empleo de medio tiempo en una embotelladora de agua. Él sólo tiene que rellenar algunos garrafones, pero al parecer no ha tenido la mejor de las suertes en las dos semanas que lleva trabajando allí. Kongpob sólo puede reírse de sus anécdotas, al menos a su amigo sí le pasan algunas cosas interesantes en su verano.

que hay de ti? aun nada interesante?

Kongpob suspira. Ya le ha dicho a M que se encuentra muy aburrido trabajando allí, pero ¿qué se le puede hacer? Para empezar, fue él quien tomó la decisión de trabajar ese verano y no sería nada responsable de su parte el renunciar por tan infantiles razones. Además, sabe que su hermana le agradece la pequeña ayuda.

nada interesante...

Está a punto de enviar ese mensaje cuando oye que la campanilla de la puerta anuncia un nuevo visitante, así que levanta la cabeza. Es aquella señora de nuevo...

—Buenas tardes, hijo —saluda la mujer, colocando la pequeña jaula portátil sobre el mostrador.

Kongpob deja su celular de lado y se pone de pie. Le sonríe con dulzura a la anciana antes de devolverle el saludo.

—¿Es Pepper de nuevo? —Pregunta Kongpob con angustia mientras la mujer abre la jaulita.

—Es Ónix —responde ella con tristeza, dejando salir al gato negro de su confinamiento. —No se siente muy bien desde esta mañana... ¿Puedes revisarlo?

Eso es probablemente lo más interesante de su trabajo de verano: el poder recibir a los animales. A Kongpob le encantan los gatos, aunque no los gatos enfermos. Últimamente, ha recibido varios clientes que han traído a sus gatos enfermos, ya sea por comer algo en mal estado o por algún golpe de calor debido a las altas temperaturas.

—Por supuesto, sólo deme un momento, señora Phasitkorn.

Ella asiente y Kongpob se apresura a ir a buscar a su hermana. Cuando regresan, el gato negro está cómodamente acurrucado en brazos de su angustiada dueña.

La señora Phasitkorn es una mujer de algunos setenta años que vive bajando la calle y que tiene alrededor una docena de gatos viviendo con ella. Kongpob ya ha conocido al menos a la mitad de ellos en las dos semanas que lleva trabajando allí. El visitante más frecuente es Pepper, un gato naranja con problemas de peso; pero Ónix es un nuevo conocido. Sus ojos amarillos lo ven fijamente mientras él se queda a unos pasos de distancia, observando a Queen quien revisa al gato rápidamente.

PinkmilkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora