Revoloteo Real

   En el centro de un bosque mágico, era un día más en Bangilok, una ciudad que solo podía ser revelada por medio de la magia. En ella vivían todo tipo de seres: elfos, ogros, hadas y demás criaturas mágicas que puedas imaginar.

   Los reyes de la ciudad eran hadas y habían salido a los alrededores con su hijo de 14 años, el príncipe Elián. La familia, junto a otros de su raza, estaba haciendo la Recolección Anual de Flores, una de sus tradiciones. Elián no estaba muy bien, se sentía diferente, debido a que era el único que todavía no tenía sus alas ni poderes y, si en poco tiempo no los conseguía iba a ser un humano el resto de su vida y no podría heredar el trono, por lo que otra familia de hadas u otra raza lo tomaría.

   A la hora del almuerzo, todos se sentaron en el suelo e hicieron un gran picnic. Mientras Elián comía su comida favorita, sándwich de mermelada de Uvisol, una fruta del tamaño de una uva, de color amarillo y con un sabor dulce e intenso, vio en los arbustos una luz. El príncipe, intrigado, se levantó y siguió ese punto brillante que lo guiaba al frondoso bosque.

   Luego de seguir el punto por unos minutos llegó a una zona del bosque donde había árboles de diferentes tonalidades, bastante llamativas y coloridas, todo tipo de hongos y flores fantásticas que nunca había visto ni leído sobre ellos libros de botánica; estaba asombrado. Quiso tomar una flor, la que más llamó su atención de todas, era pequeña, celeste como el cielo pero con toques rosas, se veía muy delicada.

   Sin embargo, apenas la tocó una brisa fría recorrió el lugar. Elián se asustó por un momento, pero insistió con conseguir la flor. Cuando estaba a punto de tomarla la misma brisa, pero más potente, lo elevó y lo llevó más adentro del bosque, dejándolo en el centro de una circunferencia de rocas bastante extraña y ahora si estaba asustado. Observó lo más que pudo su alrededor, debido que los árboles gigantes y con una gran cantidad de hojas apenas permitían el paso de la luz, así se dio cuenta que de a poco unas luces, como la que lo había traído hasta ése lugar, fueron resaltando en la oscuridad que poseían los arbustos. Quedó petrificado esperando lo peor y todo quedó en absoluto silencio... Hasta que de repente esos puntos de luz se transformaron en rayos resplandecientes apuntando hacia el cielo. Aparecieron millones de mariposas que comenzaron a rodear al joven príncipe y luego se adhirieron a él. Los rayos comenzaron a descender hasta dispararle a Elián, quedó bañado en luz y algo extraño comenzaba a sentir... De la nada fue expulsado hacia el cielo, bien alto. Estaba desvanecido, y cayendo hacia una muerte segura debido a la gran altura a la que fue expulsado. Pero Elián oyó una voz... esta estaba en su cabeza y le dijo: "Vamos Elián, tú puedes... vuela... vuela... ¡Vuela!". Eso lo despertó de algún modo y apenas abrió sus ojos su espalda comenzó a brillar y de ese brillo nació un par de alas con las mismas características de la flor que había querido tomar tiempo antes y con ellas voló. La alegría invadió su cuerpo, daba volteretas por el cielo mientras lo seguían mariposas y aves que cantaban una hermosa melodía. Había conseguido sus alas, sus poderes y una felicidad enorme.

   Después del revoloteo, volvió al lugar donde estaba el resto. Sus padres al verlo corrieron desesperados y un poco enojados debido a la preocupación de que su hijo había desaparecido, pero al ver que Elián portaba unas hermosas y delicadas alas azul celeste, sus expresiones cambiaron radicalmente a alegría y emoción. Se dieron un gran abrazo mientras un par de lágrimas se escapaban...

   Terminada la jornada de la Recolección de Flores, volvieron a la ciudad, pero la fiesta no terminó ahí, los reyes organizaron una Peña Sobrenatural que incluía música, baile, comida (incluyendo Sándwiches con Uvisol para Elián) y juegos con tal de conmemorar que el príncipe de Bangilok era un hada.

   A medianoche, una parte de los ciudadanos junto con los reyes organizaron un show especial. Los ogros comenzaron a tocar sus instrumentos. A Elián se le hacía muy peculiar esa melodía, estaba seguro de que era su canción favorita. Luego, los elfos comenzaron a cantar mientras otros tocaban sus flautas mágicas. Era un deleite para cualquier oído, era asombroso. En un momento miró al cielo y vio una gran cantidad de luces de variedad de colores, eran las hadas, volando y haciendo una coreografía espectacular en las alturas al ritmo de la música. Fue absolutamente genial.

   Elián estaba feliz, ya no tenía preocupaciones, se sentía parte de esa ciudad y de esa gente más que nunca. Imagino que él nunca olvidará ese día, que revoloteará con sus halas por todo el bosque y hará alguna que otra trastada con sus nuevos poderes.