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Se balanceó lentamente por el borde de la piscina, el cielo escampado azul cerúleo se cernía sobre ella. La brisa cálida traía consigo el canto de los pájaros revoloteando a su alrededor. Mientras su cuerpo se bañaba en la luz del sol, sus ojos reposaban bajo unas gafas de lentes y armazón negros.
El hombre que se dedicaba a limpiar la piscina estaba haciendo su trabajo. Tenía pelo y ojos castaños, una quijada bien definida que le proporcionaba un aire de dureza, pero su mirada era apaciguada por un semblante taciturno, que en cada oportunidad le respondía con una sonrisa.
El sol era abrasador en pleno mediodía. Bajó uno de sus pies y al introducirlo en el agua empezó a formar pequeños círculos. Las pequeñas gotas que reposan sobre su pecho eran reflejadas por el sol, produciendo brillantes destellos sobre su piel tersa y dorada. Y la pequeña cadena de oro que pendía de su cuello era reflejada en el agua, cristalina y clara.
Recorrió con su dedo índice el borde de su bañador mientras levantaba ligeramente su pierna derecha para acomodarse al borde de la piscina. El hombre le sonreía. Le respondió de igual manera y cerró los ojos para dejar que el calor del sol la consumiera.
Un pequeño cosquilleo recorre sus labios, bordeando sus labios inferiores hasta llegar a su arco de cupido. Momento en el que abre ligeramente su boca y sus dedos se adentran suavemente en ella. Succiona la primera falange para luego ir a la segunda, intercalando el índice,el medio y el pulgar, una y otra vez... hasta que se detuvo.
Sintió como las tiras de su bañador eran despojadas de sus finos hombros y sus pechos quedaban al descubierto.
Un calor recorrió su vientre, subiendo y terminando de lleno y con devoción en uno de sus pechos.
Emitió un pequeño gemido, que incentivó más al hombre que le proporcionaba placer. Esté masajeó con una mano el otro pecho, mientras que con sus dedos húmedos subía su monte de Venus, para luego bajar y terminar dentro de ella. Nuevamente soltó un gemido, cerró los ojos para disfrutar con mayor intensidad.
De repente los dedos salieron de ella y sus pechos cayeron oscilantes y firmes. Cuando abrió los ojos el hombre se encontraba de rodillas frente a ella. Arrancó con desesperación el bañador y sin cuidado lo arrojó dentro de la pileta. El bañador se hundía y él también el dentro de ella. El hombre comenzó despacio, tomando con ambas manos sus caderas y ella moviéndolas al mismo tiempo que cerraba sus piernas sobre él.
Piel sobre piel, calor y exitación, el sol abrasador, sus cuerpos húmedos de agua y sudor moviéndose al mismo ritmo. Luego de un rato, la mujer bajó sus piernas y el hombre se subió sobre ella, tomándola con fuerza de sus cabellos y depositando la cabeza en su hombro. Él incrementó la profundidad de sus embestidas. Ella arqueaba su torso y gemía en su oído, mientras él mordía su cuello.
El calor aumentaba, y los pájaros habían enmudecido. Sentía que el climax se acercaba. Ambos llegarían al mismo tiempo.
En un momento, el hombre paró de moverse y emitiendo un gruñido se vino dentro de ella. Así permaneció unos segundos para después hacerse a un lado. Ambos jadeaban mientras intentaban restablecer el ritmo natural de sus respiraciones.
La mujer permaneció con los ojos cerrados, y el hombre de adentró en el agua para refrescarse y luego vestirse. Ella suspiró y se levantó para pagarle al hombre por su trabajo.
"Mañana, a la misma hora". Lo despidió con una sonrisa, y antes de cerrar la puerta observó, cómo de costumbre, le respondía de igual manera.

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⏰ Última actualización: Feb 23, 2020 ⏰

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