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Crucé el umbral de la puerta de aquella tienda de antigüedades dispuesto a comprar un nuevo disco de vinilo.

Solía venir todos los viernes luego del trabajo a comprar discos para escuchar en casa, el pequeño hombre que allí trabajaba me había tomado cariño y solíamos quedarnos conversando un rato antes de que yo tenga que partir a casa.

Pero hoy fué diferente, al entrar, no lo escuché hablar solo por los pasillos y tampoco lo ví limpiando algún que otro artilugio.

Me extrañé y caminé hacia el mostrador para tocar la pequeña campanita que allí había.

Me sorprendí cuando de la puerta del despacho de atrás salió un jóven vistiendo una camisa blanca con pantalón de vestir y sobre estos un delantal de cuero desgastado, aquel delantal que solía usar el pequeño hombre que nombré al principio.

Él me atendió y no me animé a preguntar por la persona que siempre me recibía, pero después de pasar dos semanas siendo atendido por aquel guapo jóven, pregunté por el anciano de tierna sonrisa.

Él ya no estaba, y su nieto había decidido seguir con el negocio para no dejar morir aquello que su abuelo tanto amaba.

Ahora ya no habría charlas luego de elegir cualquier disco, ya no abrían abrazos ni tiernas sonrisas de despedida.

Él se había ido y había dejado en su lugar a su nieto, aquel que me dedicaba coquetas sonrisas a la hora de partir, aquel que aprovechaba la hora de buscar un disco para acercarse más de la cuenta y rozar nuestras manos.

Vinyl | JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora