Día 2 | Fireworks

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—Giyuu, ¿alguna vez has visto flores en el cielo?

Esa fue la inesperada pregunta de Sabito mientras trabajaban silenciosamente en afilar sus espadas nichirin. Estaban afuera de la casa de Urokodaki-san, sentados en el jardín trasero y ensimismados en su labor.

Sin embargo, Tomioka interrumpió por un minuto su tarea para mirar a Sabito, quien mantenía la vista fija en su espada chocando contra la roca.

—¿Flores en el cielo? —preguntó Giyuu, parpadeando seguido y sin comprender a lo que el otro chico se refería.

—Sí, flores en el cielo. Así las llamó Urokodaki-san —contestó Sabito, por fin elevando la mirada y enfocándola en Tomioka. El pelinegro se sorprendió al notar los ojos brillantes de Sabito, parecía ser un tema que le emocionara—. ¿Las has visto?

Tomioka en realidad no tenía idea de lo que hablaba Sabito, por lo que no contestó. Lo único que hizo fue observar fijamente al chico, esperando que continuara. No tenía nada por decir.

Sabito suspiró, negando con la cabeza.

—Ya, no las has visto —prosiguió él, levantándose del suelo y sacudiendo sus pantalones hakama. Giyuu observó cada uno de sus movimientos con atención—. ¡Las flores en el cielo son como... así!

Sabito hizo un movimiento con las manos, extendiéndolas arriba de él y girando en su puesto. Giyuu contempló lo que el chico hacía, aún sin entenderlo muy bien.

—Urokodaki-san dice que salen solo en ciertas épocas del año, en los festivales —continuó Sabito, hablando con tanta emoción que Giyuu era incapaz de retirar la vista de él—. ¡Se les dice también fuegos artificiales! Sus formas son de flores, es por eso que las llamo flores en el cielo. ¿No es genial?

Sabito miró a Giyuu sonriendo con pura emoción, a lo que el chico silencioso no correspondió del todo. Los ojos azules oscuros de Tomioka no se despegaban de Sabito, aunque por la expresión que tenía se daba a relucir que no había comprendido nada.

—¡Giyuu, son literalmente flores en el cielo! ¡Es un espectáculo jamás visto! —exclamó Sabito, arrodillándose delante del pelinegro y agarrando sus cachetes hasta oprimirlos y sacarle una boca de pato—. ¡¿Acaso no te gustaría ver algo así?!

Giyuu volvió a parpadear repetidas veces, sin perturbarse por las acciones de Sabito.

—Shi —pronunció con esfuerzo, sacándole una media sonrisa a Sabito.

Entonces, Sabito se inclinó hacia delante y Giyuu se asustó por un segundo, sintiéndose nervioso ante la repentina cercanía del chico. No obstante, Sabito al instante se incorporó mirando a Giyuu con una sonrisa traviesa. Tomioka no comprendió a qué se debía su sonrisa hasta que sintió cómo el chico ponía algo al lado de su oreja con suma delicadeza.

Le había puesto una flor. Giyuu la tocó con suavidad, mirándola de costado y reconociendo un tenue color rosa en ella. Era preciosa.

Sabito lo contemplaba con ojos amables, aún sin alejar su mano cerca de su oreja, rozando su piel.

—Sé que te van a gustar —dijo Sabito, sonriéndole a Giyuu ampliamente—. Le preguntaré a Urokodaki-san si podemos verlas después de la prueba de selección.

Tomioka afirmó con la cabeza, apretando los labios. Aunque era de pocas palabras, sentía que Sabito podía leerlo incluso con una sola mirada. Y eso le gustaba, le gustaba que Sabito lo entendiera más que nadie.

Manos entrelazadas |SabiGiyuu Week 2020|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora