Padre nuestro

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Habían pasado cuatro años desde que me fui. Cuatro años en los cuales no había visto a mi padre y hermano. Cuatro años llenos de aventuras, peligro y adrenalina. Fueron cuatro años en los que descubrí quien era y aprendí a usar la espada.

Conocí otros pueblos y personas, en los cuales ahora cuentan historias sobre mi y mis hazañas. Hice amigos que jamás olvidare y perdí otros que quedarán por siempre en mi corazón.

Luche contra las bestias con las que asustan a los niños en las noches. Gané el respeto de mucha gente y el odio de otra.

Le documente todas mis travesías a mi padre a través de cartas, y el me contaba todo lo que sucedía en el pueblo.

Todo siguió así hasta que llego una carta de mi hermano. El nunca me había escrito en todo este tiempo, ¿Por qué ahora?

La carta me hizo contener el aire. En su contenido decía que mi padre estaba realmente enfermo y que probablemente no sobreviva.

Mi compañera de cruzadas me miro preocupada.

-Ey, ¿te encuentras bien?-Calíope me llamo. Al ver que no respondía tomo mi mano y la acaricio con su pulgar.

-Mi padre esta muriendo Cali,-dije en un hilo.-tengo que volver.

Nos miramos unos segundos y me abrazo, ambas sabíamos que tendríamos que separarnos y no sabia cunado volvería. Ella era mi compañera de cruzadas, pero sobre todo era mi mejor amiga.

Fue el abrazo mas largo de mi vida, ninguna quería separarse. Habíamos pasado por tanto juntas, que era raro pensar que no la vería por un tiempo o al menos hasta que regrese.

-Dile al resto que los quiero mucho-me subí a mi caballo y llame a Zigor, mi búho.

-lo haré-dijo. Algunas lágrimas se desparramaban por sus mejillas, al igual que en las mías.

- Adiós, Cali.-dije ya montada y lista para irme.

-Adiós, Nef.- la morocha me miró con algo de nostalgia recordando el día que nos conocimos.- Cuídate por favor.- pidió.

-Tu también. -Le di la sonrisa mas dulce que pude y batí las riendas del caballo.

No tenía tiempo de alistar cosas, me fui con lo que llevaba puesto. La carta la recibí hoy, pero seguramente se envió hace una semana y mi viaje a Karmaland duraría lo mismo, estaba la posibilidad de que cuando llegara el ya este muerto y eso quiere decir que perdería a mi padre y habría roto mi promesa.

-Resiste papá, ya estoy en camino.

...

Claro que sabia que las cosas habían cambiado, mi padre me había tenido al tanto de todo, pero el saberlo y el verlo eran dos cosas totalmente distintas.

Grandes contracciones por los alrededores. De los guerreros probablemente.

Fui con mi caballo a paso lento para hacer un breve análisis de todo, ya llegando al camino pude ver a los habitantes. No había muchas caras nuevas, eran los mismo pero mas viejos.

Lo que si se podía ver eran muchos niños.

Narrador omnisciente:

La ausencia de personas nuevas habían provocado gran interés en los habitantes de Karmaland que veían a la muchacha pasar.

Una persona en especial la analizaba de pies a cabeza desde la oscuridad de las sombras. Miraba todo, el como estaba montada, el ave en su hombro pero sobre todo su largo cabello.

-Pero mira que interesante- susurró, para si mismo. Una sonrisa perversa se formó en sus labios, que no era tan aterradora como sus pensamientos.

Lᴀ ʟᴇʏᴇɴᴅᴀ ᴅᴇ Nᴇғᴇʀᴇᴛ (καямαℓαи∂ γ τυ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora