Capítulo 17: "¿Rama de olivo de la paz?"

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Usualmente, el Universo solía encontrar una irónica y ridícula manera de burlarse de Tony pero aquello... aquello ya era el colmo. Se levantó de su asiento y comenzó a caminar de un lado al otro de la habitación, esperando que algo de movimiento lograra apaciguar su ansiedad latente. Un millón de pensamientos rondaban en su cabeza y parecían tomarse turnos para aturdirlo, pero no podía concentrarse en nada. No cuando Liv se encontraba inconsciente un par de pisos más abajo.

No sabía si debía matarla o matar a cualquiera que se acercara a ella. Algo era seguro: su presencia allí tan solo había empeorado el panorama.

Se frotó los ojos, cansado. Apenas había podido dormir en más de una semana y con los sucesos que ocurrieron aquella mañana, la idea de unas pocas horas de sueño tranquilo se escapaba cada vez más de su agarre.

La situación era más complicada de lo que Tony admitía en voz alta y no solo se refería a los problemas que enfrentaba con el consejo luego de asegurarles que Liv no causaría ningún problema para librarla de los Acuerdos. Todavía le faltaba averiguar en qué parte del embrollo el «quiero ser una chica normal» se transformó en «voy a salir con un criminal y pelear contra las fuerzas especiales alemanas». Aunque, ahora que lo pensaba, no se encontraba tan fuera de personaje como quiso creer.

Tony suspiró. Sabía que tenía que haberle hablado sobre su elección en hombres antes de que se fuera. Nunca un doctor o un empaquetador de supermercado. No, a la niña le gustaban las causas perdidas. Y ahora, gracias a su mal juicio, había terminado envuelta en un lío que ni él podía solucionar. La impotencia estaba sacando lo peor de él.

Se volvió a sentar en la silla, recostándose y cerrando los ojos por unos segundos. Ya lo había intentado todo, pero no tuvo suerte alguna. El Secretario de Estado había dejado bastante claro que aquel asunto estaba fuera del alcance de sus manos y que ellos se encargarían de Liv, lo cual no lo reconfortaba en lo absoluto.

Su garganta se secó y sintió como si su pecho se encogiera. Necesitaba un vaso de agua.

—Señor —se escuchó la voz de uno de los agentes al ingresar a la pequeña sala de reuniones—, está despierta.

Tony soltó un suspiro de alivio que se vio rápidamente opacado por toda una nueva oleada de problemas. Entre ellos, cómo lidiar con lo que tendría que hacer a continuación.

La escena frente a él le dio un escalofrío. Se vio a sí mismo transportado dos años atrás, observando a la muchacha a través de un vidrio, privada de cualquier tipo de libertad. Pero algo era diferente. Las esposas de metal habían sido cambiadas por un collar metálico alrededor de su cuello y lo único que los dividía era una pantalla transparente que destilaba un brillo azulado. La chica frente a él no se veía indefensa, ni mucho menos asustada. No. Estaba enfurecida y preparada para asesinar con solo sus ojos. Mala suerte la del hombre, quien se encontraba del lado receptor de su mirada.

—Tony, ¿qué demonios? —exclamó Liv. Se veía agotada, con el cabello despeinado y ojeras bajo sus ojos. Pero estaba bien, ilesa y a salvo. Con esa preocupación fuera de la ecuación, el científico concentró su atención en un aspecto diferente.

—Podría preguntarte lo mismo, Liv —respondió éste, finalmente deteniéndose a centímetros de ella— ¿Te importaría explicarte?

—No —negó lentamente, bajando el tono de su voz—. No voy a hacer esto, Tony. No tengo tiempo.

—¿Pero para correr detrás de un criminal y pelear contra las fuerzas armadas si lo tienes?

—Eso es injusto y lo sabes —escupió con resentimiento la muchacha, poniéndose progresivamente más furiosa. Sus ojos se encontraban inyectados de sangre y gotas de sudor se resbalaban por su frente—. Lo único que hice fue detenerlos. No les puse ni una mano encima.

Warzone Lover || Bucky Barnes (Warzone Legacy 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora