Fíjate en el auto, quizás dejaste tu autoestima en el pequeño espacio entre los asientos. Buscá en tus bolsillos, tal vez tu infancia se quedó atrapada en tu abrigo de invierno. O debajo de tu cama, quizá escondiste tu inocencia en una caja que sigue teniendo olor a zapatillas viejas, y seguirá ahí cuando caigas a pedazos.