Prólogo.

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Los sueños prolongadodos, me secuestraban mis pensamientos en mis llantos de soledad insicisiva, mis labios se agrietaban cruelmente como los magistrales ríos trepidantes que se envuelven de capas fulminantes de hielo que al poco tiempo sus majestuosas capas transparentes se convertían en un lago de grietas inmensas, mi rostro regía un horripilante color amarillo, mis ojos con aspectos cruelmente reducidos por la acción de mis grandes ojeras como un largo y escalofriante pasillo obscuro cubierto de sensaciones indescriptibles que sollozan el largo traslado, mi cabello un perceptiblecaos como mis íntimos problemas que asechan mis terribles pensamientos llenos de agonía, mis sueños indescriptibles proporcionaban un terrible y agonizante problema.

Un año considerante que deslumbran los angostos caminos de Chicago para las sociales personas que habitaban en esta preciosa ciudad llena de ilusiones complementarias y de indescriptibles sueños o prácticamente biles ilusiónes que transforman ineditamente los sueños lustrosos que transmiten una abrazadora sensación en el estómago como cuando te enamoras de tu inolvidable y perfecta persona que cubren tus pensamientos de felicidad insicisiva y solidaridad, un día para todo ser biológico existido en cuya ciudad, los noticieros climáticos regían a Chicago, mis angostos palos negros que limpiaban la indefensa brisa que cubría mi inmenso espejo, mis pupilas gustativas se alegraban al digerir un adecuado café al igual que un pequeño que esta rodeado de majestuosas y aclamantes pensamientos que cubrían su cerebro sollozante de tal maravilla deglutida, mis pupilas fulminantes se dilataban a cada bostezo que cubría mi mano de delicadas gotas de agua que recubren ala brisa soltada, mi algodonosa chaqueta marrón que me protegía del escalofriante frío, dirigía al trabajo, utilizando mi teléfono celular, tan desconcentrado me mantenía que en una doble calle sorprendentemente un suceso extraño e inédito me sorprendería, mis descriptivas palabras cubrían mis pensamientos, un imaginable golpe me asechaba, miraba cruelmente borroso con náuseas, mi bebida lentamente se desvanecia en el angosto trayecto de la acción al igual que el repulsivo brotamiento de los rotos espejos despuntar mi piel, cuya bolsa antiaccidentes percató en mi debil rostro cubierto de viles gotas de lluvias derramadas del obscuresco cielo color gris que soltaba un perceptible aire congelador, un sujeto extraño derramó un grave daño a mi automóvil, borrosamente miraba la vil silueta de un sujeto aproximándose con roturas en su cuerpo y su rostro salpicado de sangre, cuestionando sobre mi salud física, correspondiendo a su cuestión recurrí a no decír la respuesta, súbitamente el hombre con voz de desagravio me ofreció una desconcertado lo siento, lo más rápido posible se trasladó a su automóvil y formó un osado escape con su cogeada caminata a cuyo vehículo y no ascender a problemas concretos, el policial con un bigote amarillento que aclaraba su rostro de un anciano percatado de los indescriptibles echos formó una persecución, llamando refuerzos para su inédita ayuda, los vehículos se desvanecian tenuemente en las bravías tinieblas que rodeaban la obscura carretera hasta el ansioso padecimiento que consistiría en desaparecer, ascendía a mi automóvil, intente con proclamación encender el vehículo, mi intento fue en bano, no logré lo esperado, la única opción es la ruta del bosque blanco, nombrado así por sus magistrales penumbras de nieve durante los extensos trescientos sesenta y cinco días del majestuoso año, sostube mi rojiza chaqueta con incoherentes bolsillos, un amarillento cubre cráneo con líneas horizontales de tenue color marrón mejestuosamente extensos y unos brillantes acogedores que cubrían mis palmas de la mano, estaba vinculado y preparado para afrontarlo el inédito frío congelador lleno de viles tinieblas de blanquiazules granos de nieve, como el caer de una trepidante lluvia en un bosque tropical, mis pasos sobre los mares de helada nieve se hacían escuchar a las inmensas aves que volaban cruelmente con sus extensas ondas de ruido que brotaban de su extremado pico, el soplar sollozante el viento que emitía unas radiaciones de helades que los seres vivos denominados animales en cuya mayoría habitaban consumidores primarios que buscaban la inteligente manera de protegerse y mantenerse en reposo completo, mi pie se encajaba en un profundo y excelso pozo de agua, brutalmente logré descender y seguir en la acción, para trascender ala parte superior de la ciudad tendría que atravesar escalando unas impactantes montañas rodeadas de perceptible nieve, en los cercanos arbustos se escuchaba el movimiento brutal de una alma aproximándose, voces rodeaban mi cerebro que mi nerviosismo invadió mis acciones que en una base de pensamientos involuntarios recurrí a un osado escape, mis latidos del corazón ascendían aceleradamente, mis fosas nasales expulsada el dióxido de carbono que se convertía en vapor de tiniebla, como la fase de la vida y existencia de cada ser vivo existente, en variables segundos un indescriptible dolor se insertaba en mi cuerpo, como una magistral bala que traspasa las diferentes tipos de Pieles hasta introducirse hacia los músculos y perpetrar a la agonía, mís pupilas oculares se dilataban al igual que mis ojos clausuraban la terrible acción.

El fétido olor traspasaban mi nariz de tablas envueltas en abundante agua que detonaba una sensación a viejo, me sentía observado por los culminantes rostros de animales disecados, animales preciosos que no tienen conciencia para presentír el próspero o inconfundible futuro que les sujeta, para tener el fin de su vida de las manera más cruel, en mis pupilas notaba el brusco movimiento circular del ventilador, al igual que mis ojos se adaptaban a la situación, un hombre observandome finamente sostuvo de su palma de la mano un antídoto que me inyectó en la yugular, por razones culminantes a los variables minutos mi cuerpo se sostuvo, mis latidos aumentaban, inmediatamente inconscientemente mi cuerpo resistía a cuyo antídoto haciendo movimientos inquietantes, al quedar fisiológicamente inconsciente, súbitamente un colindante choque transformado de una magistral investigación a la soledad, levantandome del verdoso sofá al igual que las abundantes hierbas de otoño que rasgan un fulminante olor a desagrado, mi cerebro transmitia tranquilidad fulminante, las acciones secundarios hacían brotar a mi resgarrante cuerpo sollozar en un débil movimiento al quedar un fuerte escalofrío en mi lacio y delgado pelo café que recubría una vil parte de la frente,

Fuera de Orbita ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora