• ᴘʀᴏ́ʟᴏɢᴏ •

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Madre me temía. Lo sentía en su mirar aguamarina y el palidecer de su piel rosa atisbas crepe. Nunca fue conocedora del ¿Por qué?, pero en el momento que sucumbí sobre el control de mi cuerpo. Dejándome segar por los impulsos que no sabía que tenía, la imagen de mi cuerpo aventándose al suyo, es el último de mis recuerdos.

Un golpe con intensidad en mi cien, un dolor ms de lo inimaginable de agonía, desvaneciendo las pinceladas de mi alrededor en un vaivén al desfallecer.

Aunque desperté sin conocer la conmoción del tiempo, mi cuerpo se extendía entre aquellas hiedras secas y superficie tierrosa. Rebajada como un animal, con espasmos adoloridos en cada una de las extensiones de mi cuerpo, con una piel congelada apenas pigmentada. Y esa agonía en la boca del estómago.

Un destello de platino azulado me cegaba, aquella luna sangrienta era cubierta por tenuidad por el cielo nublado, dejaba entre ver una morada bien portada.

La vieja mansión abandonada.

Ínterin. Una silueta, esa silueta, su silueta

Alta erguida y perfectamente definida

—Ayúdame—. Depreque con un tono de voz apenas quebrada en cuanto divisaba como aquel otro se ponía a mi altura para tomarme entre sus brazos.

Mi cabeza encontró descanso en su cuerpo. Mi vista se mareaba por el cambio de altitud, me sentía menos, agotada. Lo último que sentí, fue el abandono de mis fuerzas desde mi último revelo de mi conciencia consiente.

Criada por Vampiros -ReescribiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora