Quítate Ese Pijama

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Hola a todos y todas! Perdón por desaparecer pero he estado ocupada con mi trabajo. Aquí les traigo una nueva historia, espero les guste ❤️ Espero escribir otra pronto. Gracias a mi amiga por las imágenes de la portada, Karielys 😚
Ahora si disfruten de la historia y como siempre sus comentarios me ayudan a saber que puedo mejorar y me inspiran a seguir escribiendo
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Hacia un calor horrible ese día, el clima estaba loco unos días con frio y otros con un calor insoportable. Estaban en el monasterio, a pesar de que el lugar era inmensamente grande y contaba con ventanas y un patio en su interior rodeado de árboles, nada opacaba el calor.

Sergio y Raquel descansaban de un día lleno de prácticas y clases sobre el plan, faltaban un par de semanas para llevarlo a cabo así que estaban dando de todo a diario para que saliera perfecto. Ese día se habían ido a la cama pasada las 12 de la noche, Sergio creyó que el cansancio lo haría dormir inmediatamente, pero el calor tenía otros planes.

Daba vueltas en la cama, de un lado a otro, quitó sus sabanas de encima de él y pensó que eso lo haría descansar, cerró los ojos y luego de 10 minutos volvió a despertarse, sudoroso y aun con más calor, observó a Raquel y pensó como podía dormir con ese calor.

Por otro lado, Raquel sentía que moriría de calor, pero el cansancio pudo más con ella y una vez su cabeza toco la almohada cayó profunda. Además, ese día había optado solo por dormir en ropa interior, siempre utilizaba un camisón de seda muy lindo pero esa noche daría espacio a su cuerpo y dormiría solo con su tanga, quería descansar y no quería que el calor la despertara solo por la tontería de dormir arropada.

En cambio Sergio, jamás se quitaba su pijama de bibliotecario, como ella solía llamarle, era como un ritual para el dormir siempre con esa pijama, a pesar del calor no se lo quitaba de encima. Raquel sintió que no podía dormir y el movimiento de la cama la terminó por despertar.

-Sergio cariño ¿Por qué no te quitas el pijama? –preguntó Raquel un poco adormitada y frotándose sus ojos.

-No, no puedo dormir desnudo Raquel –respondió Sergio muy serio y levantándose de la cama para abrir la única ventana en el dormitorio y así podría entrar aire.

-Prometo dejarte dormir –dijo Raquel con una sonrisa en sus labios

-No cariño, no lo hare, iré a por un vaso con agua a la cocina, tu vuélvete a dormir –dijo Sergio dejando un beso suave en la frente de Raquel –y tu cúbrete o el que no te dejara dormir soy yo –terminó por susurrar en el oído de ella con un deseo en su voz.

Sergio salió por un vaso de agua, pensaba en lo que Raquel le había propuesto, pero eso jamás se le cruzaría por la mente, no era del tipo que le agradaba dormir desnudo, eso no iba con él, por más calor que hiciera, no se quitaría el pijama jamás.
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-Tía, pero que calor más insoportable el que hace –dijo Tokio a Nairobi cuando se encontraron en el pasillo.

-Hostias, que no he pegado el ojo en toda la noche –respondió Nairobi con la voz cansada y con su mano dándose aire para calmar el calor pero era inútil -¿Y tú que haces despierta?

-Pues iba a la cocina por una cerveza –dijo Tokio –a ver si eso calma esta situación.

-Yo voy contigo –

Ambas se dirigieron a la cocina, necesitaban calmar un poco el calor en sus cuerpos para poder regresar a dormir.

Abrieron la puerta de la concina pero antes de entrar se dieron cuenta que había alguien ahí, era Sergio, se había acomodado cerca de la ventana con un vaso de agua en la mano, muy pensativo, dejando que el poco aire que entraba lograra quitar el calor de su cuerpo.

-Pero que rareza la de este tío, como es que sigue con el pijama puesto con este calor –susurro Nairobi.

-Pues no lo sé –dijo Tokio –su razón ha de tener.

-Y si entro y se lo arranco de una sola vez –comento Nairobi

-Que la inspectora te mata –sonrió Tokio
-Es que este tío sin ese pijama ha de ser de todo menos raro –

-Anda ve –incitó Tokio -¿tú crees que se dejaría quitar el pijama por ti?

-Tía, que nadie se resiste a mis encantos –Nairobi hacia un ademan con sus manos recorriendo su cuerpo

-No lo sé –dudó Tokio –no creo que seamos las indicadas para hacer eso, pero creo que si hay alguien por quien si se quitaría todo.

-¿Quién?

-Su inspectora, quieres ver al profesor sin pijama –dijo Tokio –ve a por la inspectora y convéncela de que le quite el pijama

-Voy a por ella, espero este despierta –Nairobi salió corriendo en búsqueda de Raquel, claro que quería ver a Sergio sin pijama y haría lo que fuera por verlo.

De una u otra forma despertó a Raquel y la convenció de que fuera con ella a la cocina que quería comentarle algo acerca del plan, a regaña dientes Raquel decidió ir con ella, porque  después de todo no era que estuviera durmiendo cómodamente. Una vez llegaron a la puerta, Nairobi fue la primera en hablar.

-A ver inspectora, lo único que tienes que hacer el decirle al profesor que se quite el pijama ese que lleva puesto

-¡Que dices Nairobi! –respondió Raquel con cara de asombro y más despierta que nunca –Sergio no hará eso

-Vamos tía, que él se quitaría todo por ti –dijo Tokio

-No sé si es buena idea –

-Claro que si –decía Nairobi con cara de emoción y una sonrisa en sus labios

-Está bien, veré que hago –dijo Raquel poco convencida pero igual quería que Sergio dejara de sufrir por culpa de ese pijama.

Raquel abrió la puerta, sin dejar que Tokio y Nairobi se vieran, la cerró tras de sí dejando una abertura para que ellas pudieran ver lo que pasaba.

-Mi amor ¿Qué haces aquí? –preguntó Sergio –

-Tenía sed Sergio y hace tiempo que saliste de nuestra habitación y no has vuelto

-El aire que entra por esta ventana es increíble, a que me ha ayudado a calmarme un poco –además estaba pendiente de la conversación que ustedes tenías ahí afuera.

-¿has escuchado? –preguntó Raquel asombrada y apenada

-Claro –ustedes son muy sutiles, Sergio sonrió

-Perdón, no he podido decir que no –Raquel bajo su rostro

-Cariño –dijo Sergio acercándose a ella y levantando su cara para que sus ojos se vieran –Hazme la pregunta. Raquel quedó sorprendida al ver en los ojos de Sergio el deseo que recorría

-Sergio, quítate ese pijama de bibliotecario –dijo Raquel con un tono urgente en su voz

-Por supuesto que si –susurro Sergio en su oído –solo si tu antes me muestras que llevas debajo de esa salida de baño. Un gemido escapo de los labios de Raquel, la forma en la que él le había hablado, tan sensual y tan deseoso la pusieron a mil.

-Descúbrelo tú mismo –

Sergio comenzó a soltar las tiras que sostenían aquella salida de baño, su sorpresa fue notoria cuando vio que Raquel no llevaba nada puesto, el calor había hecho que se quitara la tanga con la que dormía y quedara desnuda completamente. Sergio, saboreo sus labios pasando su lengua por el inferior.

-Sabes, ahora creo que el calor es mi favorito –dijo a la vez que escaneaba a Raquel con su mirada –Eres preciosa

Raquel tragó y suspiró, esas palabras la ponían muchísimo –Ahora ya me vistes, es tu turno de quitarte ese pijama

-Hazlo tú –respondió Sergio aun puesta la mirada en su cuerpo.

Raquel comenzó a desabotonar el pijama, sus manos temblaban debido al deseo que se había formado en ese momento. Logro quitarle, la camisa del pijama e iba a por los pantalones cuando Sergio la detuvo.

-Aquí cariño, dejemos esto para nuestra privacidad, les hemos dado suficiente –dijo Sergio volviendo a ver a la puerta y recordando que Nairobi y Tokio seguían ahí

-A nuestra habitación, ahora-

Raquel cerró su salida de baño, Sergio tomó la camisa que yacía en suelo y salieron casi que corriendo de la cocina hacia su habitación, pocos les importó que las chicas siguieran ahí, observando toda la escena, en ese momento lo único que querían era estar juntos y disfrutarse, aumentar el calor pero sofocarlo con sus caricias y besos. Cuando quedaron solas, Tokio y Nairobi no decían nada, estaban pasmadas por semejante escena, jamás creyeron ver a al profesor en acción.

-Tía, que ahora necesito doble cerveza –dijo Tokio

-Yo quiero a un profesor –respondió Nairobi.

La temperatura subiría esa noche y los únicos que la lograrían sentir serian Sergio y Raquel ya que eran lo que iban a subir, a ese punto ya no necesitaban más aire por que ellos iban a arder esa noche.

Quítate ese pijama
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