I. Emma

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Su madre decidió cambiarse de colegio para que Emma pudiera estar al fin, con su mejor amiga Hannah. Ambas se conocen desde que tienen memoria pero nunca habían conseguido estar en el mismo colegio por motivos de distancia. 

No vivían cerca una de la otra pero de alguna forma se veían cada día, Karen, la madre de Emma, decidió cambiarse de lugar, más cerca del colegio de Hannah para que les fuera más fácil estar una con la otra, al fin y al cabo, la madre de Hannah y ella son amigas de la infancia y por ello Emma y ella se conocen por largo tiempo. 

  —¿Lista? —dijo Karen. 

  —Si, ¿segura que quieres cambiarte de casa? digo, has vivido aquí por años y ahora te vas a ir... ¿No te molesta?

  —Emma, está bien, no tienes nada de qué preocuparte —Emma asintió y ambas se fueron al fin de aquella casa para ir a la nueva—.

Trenzó su cabellera negra a un costado en el camino hacia su nueva casa mientras escuchaba la radio y se imaginaba como sería el lugar donde ambas vivirían. 

  —¿Es aquí? —preguntó Emma. 

Karen asintió observando como su hija sonreía al ver el lugar en el que se encontraban. «Al parecer le gustó» pensó Karen y luego se rió levemente por la incoherencia que había pensado. 

Una vez, al frente de la gran casa nueva que ya habían comprado bajaron la mayor cantidad de cosas que entre las dos podían cargar, se adentraron a su nuevo lugar y Emma observó con un asombro notable a kilómetros de distancia cada rincón de aquella bella casa que era suya y de su madre. 

  —Ve, anda y busca tú nueva habitación. 

Emma no dudó ni un segundo en asentir y subir con sus cosas al segundo piso de su nueva casa para al fin encontrar lo que sería su nueva habitación, abrió cada una de las puertas luego de dejar las cosas en el borde de las escaleras. Visitó cada rincón, cada espacio que allí había, hasta que finalmente encontró "su lugar".

  —Me encanta —pronunció sin más que decir, eso era suficiente para ella—.

Buscó sus cosas cerrando cada puerta que había abierto, a excepción de la suya, y las recogió del suelo blanco para llevarlas a su lugar. 

Estaban ambas en la sala de estar desempacando las cosas que habrían en ella juntas, ya habían armado la cocina y parte del comedor, antes de empezar habían decidido primero organizar cada cosa abajo y luego ir hacia arriba, sabían que no terminarían todo hoy pero querían avanzar lo más que pudieran por hoy. 

  —¿Dónde pongo esto? —Karen le señaló un lugar de la sala y Emma le obedeció sin dudar—. ¿Tú empacaste todo?

  —No, la empresa en la que trabajo contrató a los de mudanzas para empacar y desempacar nuestras cosas pero les dije que solo empacaran porque quería desempacarlas yo misma. 

Emma le sonrió y continuaron sin palabra alguna solamente con la música que la radio les proporcionaba. Emma estaba tan metida en sus pensamientos cuando encontró un álbum de fotos que ni siquiera le tomó importancia y estaba a punto de guardarlo en una estantería, si no fuera por la fotografía que se escapó de ahí dentro, no habría notado qué fotos habían allí.

Recogió el papel semi arrugado y lo abrió dejando a la vista una foto de ella y Hannah, con el álbum nuevamente en sus manos, tomó asiento en el piso y echó un vistazo en cada foto recordando cada momento, cada alegría, tristeza, emoción, que aquellas fotos le mostraban. 

  —No tenía la menor idea de que estas fotos existían, mamá —Karen detuvo lo que estaba haciendo para dirigirle una mirada confusa a su hija y al ver el álbum que esta sostenía le sonrió—. 

  —Es obvio, estabas muy pequeña como para recordar que ese álbum existe aún.

  —Pero a pesar de eso, sí recuerdo estos momentos, como si hubiese sucedido ayer... 

Karen soltó una gran carcajada y Emma la miró frunciendo el ceño. 

  —Hay... —suspiró—. Las adolescentes de hoy en día... —y volvió con lo suyo—. 

Emma no le tomó importancia a las tonterías que había dicho su madre y siguió revisando las fotos que habían en otros álbumes. 

  —Emma —murmuró Karen—. Deja eso y ayúdame a terminar aquí, luego podrás arreglar tu habitación sola y mañana continuaremos acá abajo. Después tendrás tiempo para ver las fotos. 

Emma no dijo nada pero sí obedeció a su madre y continuó desempacando las cosas hasta no poder más. 

Ya casi terminaron de arreglar la sala de estar, Emma se negó a arreglar su habitación puesto a que al día siguiente la pintaría y luego de eso colocaría las demás cosas. Karen se negó a la petición de su hija y la mandó a pintar en ese momento la habitación para así, apenas despierte, pueda empezar con su habitación y termine ese mismo día. 

La pintó de un color verde agua, era su favorito y sin duda la pintaría de ese color. Cambió su ropa a una vieja porque así si se ensuciaba con pintura no le importaría que se dañase, prefería eso a que fuera una normal, ella le gustaba ir de compras, como a muchas chicas, pero tenía su estilo propio, no seguía modas, no veía revistas de moda para basarse en ello su estilo. 

Era uno espontáneo, con variedad de atuendos, simples, pero ella de alguna manera, los llenaba de vida como nadie más podría hacerlo, ella no seguía la moda, como antes dicho, si no, imponía moda, nuevos estilos, esa forma única de combinar y saber qué va con algo y qué no. 

Como antes mencionado, es única, así como su personalidad. Irradiaba alegría y aceptación por donde pasara. A muchos les molestaría aquello, pero una vez que la conocen, no tienen forma de odiarla. Encantaba como ninguna otra lo hacía. Eso fue lo que atrajo a Seth. Eso era lo que la hacía especial, irreemplazable. La mayoría del tiempo, era envidiable su forma de ser.

Pero, todo lo bueno tiene su lado malo. ¿No? Nunca la habían visto enojada, no sabían que aquello era un problema, a pesar de eso, le costaba enojarse y solía perdonar muy amenudo. Pero algo que toleraba levemente eran las mentiras. "A nadie le gustaría verme enojada" decía ella, y tenía razón, si se enojaba, tenía la capacidad de ser tan cruel que nadie la sobrepasaba, ponía las cosas de una manera que llegaba a perjudicarte, lo hacía inconscientemente, pero lo hacía.

"No quiero hacerte daño, solo aléjate, luego hablaremos..." ella lo sabía, ella sabía de lo que era capaz de decir para hacer -mierda- a la gente y por eso evitaba a toda costa enojarse. 

Pero al final del día, siempre era ella y no le gustaba esconder quién era en realidad. Quería que quienes se metieran con ella supieran de antemano con quién estaban tratando. Sabía defenderse, tenía su carácter y personalidad. 

Cansada de trabajar, se limpió la pintura, se colocó ropa suelta y bajó al primer piso, se acostó en el sofá grande y se cubrió con unas mantas, sacó su teléfono y continuó con su lectura. Leyó y leyó hasta no poder más, estaba tan adentrada en aquel libro que se imaginó en aquel mundo, imaginó ser uno de los personajes que ahí existían.

Deseó estar allí, junto al otro protagonista. Quiso tener una vida de novelas, una vida de fantasía. Una donde tenga un propósito que influya en el resto. Se propuso, ser alguien en ese mundo, en el que le tocó vivir. Se propuso ser conocida, escribir su propio futuro, envidiable por muchos, anhelado por otros. Pero no se rendiría hasta conseguir ser alguien, hasta conseguir "su vida soñada".

Pero luego se dió cuenta de que era absurdo, de que tenía que 'soñar en grande', adaptar sus metas a la actualidad así que propuso otra forma de ser quién quería ser. Alguien a quién no le faltara nada y no ser de esos caprichosos que no le falte nada y sean tacaños. Ella sería diferente al resto que seguía el mismo sueño, el mismo propósito. Ella, sería ella, diferente, especial. 

He's The Monster |P a u s a d a|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora