Entraron al restaurante, y Agoney pidió una mesa para dos. El camarero, bastante simpático les dirigió a una mesa, el ambiente era espectacular y todo tenía bastante buena pinta.
Raoul miraba con los ojos muy brillantes a Agoney.
Agoney miraba con los ojos muy brillantes a Raoul.
Pero hubo un momento en el que se rompió la magia.
Es él. Pensó Raoul al ver a un chaval sentarse dos mesas delante suyo.
Raoul respiró hondo, se puso nervioso. Estába incómodo, no quería estar ahí.
- ¿Estás bien? - preguntó Agoney notando al rubio extraño.
- Si, si. - respondió Raoul, nervioso.
- ¿Seguro?
- Tengo que ir al baño un momento. - dijo Raoul bastante agitado.
- Te acompaño.
- No hace falta.
- No era una pregunta. - respondió Agoney.
Raoul fue al baño, intentando respirar hondo y calmarse, pero no podía. Le venían las imágenes a la cabeza. Necesitaba olvidarlo, pero no podía. Empezó a sudar, gotas de sudor frío comenzaban a deslizarse por su frente cuando al fin llegó al baño, cerro la puerta y apoyó las manos en las pilas, mirándose al espejo.
Otra vez no, se repetía a sí mismo, esto ya estaba superado.
Agoney entró bastante alterado al baño.
- Raoul...
Raoul le miró con los ojos llenos de lágrimas durante un par de segundos y volvió a girarse a la zona de los espejos.
- ¿Qué necesitas? - preguntó Agoney, bastante perdido en la situación, no sabía que estaba pasando.
Raoul no articulaba palabra.
- Raoul - Agoney se acercó por detrás suyo. - estoy aquí, tranquilo.
Agoney se puso al lado de Raoul y con un trozo de papel comenzó a secarle el sudor.
Raoul estaba paralizado, dejando que sus lágrimas deslizaran por sus mejillas, sin decir nada.
Agoney le dejaba desahogarse, le cogió de la mano y esperó, estaba ahí, iba a estarlo siempre si Raoul quería. Con su mano limpiaba las lágrimas de Raoul y le miraba a los ojos, todo el rato, mostrándole confianza.
Raoul empezaba a calmarse.
- ¿Te llevo a casa? - preguntó Agoney.
Raoul asintió. Ambos salieron del baño. Y fueron hacia el coche. Agoney se quitó la chaqueta y se la dejó a Raoul.
- No pases frío. - acarició la espalda de Raoul.
Fue un viaje en coche extraño, Raoul seguía sin decir nada. Agoney no entendía que pasaba, pero desde luego algo grave, estaba preocupado.
Llegaron a casa de Raoul.
- Te dejo aquí, si quieres. - comentó Agoney con el coche aparcado en la puerta de casa de Raoul.
- Sube conmigo. - pidió Raoul.
- ¿Seguro?
- No me dejes solo. - respondió Raoul.
- Nunca te dejaría solo.
Agoney ayudó a Raoul a salir del coche y entraron a casa.
Alfred les vió llegar.
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EL CONTRASTE || Ragoney
FanfictionRaoul tardó mucho en encontrar lo que realmente le gustaba. Quizás ahora era el momento de descubrir todo.