capítulo 9.

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Entraron al restaurante, y Agoney pidió una mesa para dos. El camarero, bastante simpático les dirigió a una mesa, el ambiente era espectacular y todo tenía bastante buena pinta.

Raoul miraba con los ojos muy brillantes a Agoney.

Agoney miraba con los ojos muy brillantes a Raoul.

Pero hubo un momento en el que se rompió la magia.

Es él. Pensó Raoul al ver a un chaval sentarse dos mesas delante suyo.

Raoul respiró hondo, se puso nervioso. Estába incómodo, no quería estar ahí.

- ¿Estás bien? - preguntó Agoney notando al rubio extraño.

- Si, si. - respondió Raoul, nervioso.

- ¿Seguro?

- Tengo que ir al baño un momento. - dijo Raoul bastante agitado.

- Te acompaño.

- No hace falta.

- No era una pregunta. - respondió Agoney.

Raoul fue al baño, intentando respirar hondo y calmarse, pero no podía. Le venían las imágenes a la cabeza. Necesitaba olvidarlo, pero no podía. Empezó a sudar, gotas de sudor frío comenzaban a deslizarse por su frente cuando al fin llegó al baño, cerro la puerta y apoyó las manos en las pilas, mirándose al espejo.

Otra vez no, se repetía a sí mismo, esto ya estaba superado.

Agoney entró bastante alterado al baño.

- Raoul...

Raoul le miró con los ojos llenos de lágrimas durante un par de segundos y volvió a girarse a la zona de los espejos.

- ¿Qué necesitas? - preguntó Agoney, bastante perdido en la situación, no sabía que estaba pasando.

Raoul no articulaba palabra.

- Raoul - Agoney se acercó por detrás suyo. - estoy aquí, tranquilo.

Agoney se puso al lado de Raoul y con un trozo de papel comenzó a secarle el sudor.

Raoul estaba paralizado, dejando que sus lágrimas deslizaran por sus mejillas, sin decir nada.

Agoney le dejaba desahogarse, le cogió de la mano y esperó, estaba ahí, iba a estarlo siempre si Raoul quería. Con su mano limpiaba las lágrimas de Raoul y le miraba a los ojos, todo el rato, mostrándole confianza.

Raoul empezaba a calmarse.

- ¿Te llevo a casa? - preguntó Agoney.

Raoul asintió. Ambos salieron del baño. Y fueron hacia el coche. Agoney se quitó la chaqueta y se la dejó a Raoul.

- No pases frío. - acarició la espalda de Raoul.

Fue un viaje en coche extraño, Raoul seguía sin decir nada. Agoney no entendía que pasaba, pero desde luego algo grave, estaba preocupado.

Llegaron a casa de Raoul.

- Te dejo aquí, si quieres. - comentó Agoney con el coche aparcado en la puerta de casa de Raoul.

- Sube conmigo. - pidió Raoul.

- ¿Seguro?

- No me dejes solo. - respondió Raoul.

- Nunca te dejaría solo.

Agoney ayudó a Raoul a salir del coche y entraron a casa.

Alfred les vió llegar.

EL CONTRASTE || RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora