Antojos

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Las sábanas eran suaves y frescas en su piel –Eso es amor, van cincuenta y tres– animó, dándole un mordisco a su alfajor. Mm, las calorías sabían estupendamente bien.

Su novio bufo, riéndose suave, su mirada juguetona. Piers se quedó mirándolo, reteniendo un suspiro; el hombre se veía precioso, y estaba sudado. Chris sonrió y Piers se sintió devastado, esa sonrisa provocó unas cosquillas en su abultada pancita, acelerando su corazón. Él se enterró aún más en las sábanas, dejando solo una porción de su rostro fuera.

Estás sonrojandote– su voz era algo cansada y ronca, sus ojos fijos en el joven mientras subía y bajaba sobre su brazo. Piers negó con la cabeza, arrugando la nariz, él no hacia tal cosa.

No lo estoy– refunfuñó, puchereando.

Chris paró su sesión de ejercicio y se puso de pie, acercándose a su pequeño gruñón. Se sentó a un lado en el sofá y lo tomó, con sábanas y todo dejándolo en su regazo, Piers chilló, sus mejillas tornándose de un suave rosa.

Lo estás~– sonriendo, el hombre mayor besó su puchero y sus suaves mejillas repetidas veces. El joven se acurrucó, fundiéndose en los brazos de Chris, disfrutando ser mimado.

Su pancita gruñona se quejó justo en esos momentos, y Piers volvió a chillar, escondiéndose en las sábanas avergonzado, Chris se carcajeó y lo sostuvo en un apretado, cariñoso abrazo –¿Mis bebés tienen hambre?– y enterró su nariz en donde el aroma era dulce, suave y reconfortante.

Umm...– Piers respondió haciendo ese pequeño sonidito adorable, y el hombre se encontraba totalmente embelesado, queriendo llenarlo de mimitos. Piers volvió a salir de su escondite, sus mejillas totalmente coloreadas ahora–Quiero...

–¿Qué es lo que quieres bebé?–su sonrisa imposible de borrar.

Un besito– le susurró, muy pequeñito.

Chris se desmayó.

¡Chris!– el joven quitó las sábanas, su corazón totalmente desaforado ahora, tomó el rostro de Chris en sus manos, notando una tonta sonrisa en su rostro.

Y cuando menos lo esperaba, sus labios fueron tomados, en un cálido y suave beso. Cuando se separaron, Piers refunfuñó:

Dios, Redfield, ¡casi me matas del susto!

–¡Y tú de la ternura!– Chris también se quejó infantilmente, y lo volvió a besar, una y otra, y otra vez.

Bueno, hasta que la pancita de Piers gruñó de nuevo, y él tuvo que ir de compras, como el novio y padre del futuro bebé que venía en camino.

Bueno, hasta que la pancita de Piers gruñó de nuevo, y él tuvo que ir de compras, como el novio y padre del futuro bebé que venía en camino

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Hemlooo~ ¡Feliz San Valentín! uwu♡
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Besitos con sabor a chocolate para ti uvu♡



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