30 Days Of Smutt Challenge (Adaptación/YoonMin)

Dia 11: Fingering

>> The Oral Cigarettes - Kyouran Hey Kids

El arte siempre había sido su más grande afición, más específicos el dibujo.

Amaba como unas simples líneas y algo de sombreado podía créase hasta la más definida y hermosa obra de arte y contar una historia con ella, pero conforme fue creciendo aquel "hobby" acorde a sus pases se fue convirtiendo en algo más grande hasta el punto de querer plasmar aquellas creaciones en algo más duradero que una simple hoja de papel  ¿y que mejor manera de comenzar que usar su propio cuerpo como su primer lienzo?

Con el paso de los años se encontró a personas con las mismas aficiones y creencias. Cuatro chicos para ser específicos que igual que el habían sido repudiados por aquellos seres que se suponía los amarían sin importar que, y que lo único que tuvieron a lo que aferrarse cuando todo a su alrededor se destrozaba en millones de pedazos fue su amor por el tatuaje.

Costo demasiado trabajo y esfuerzo, teniendo que vender y sacrificar las únicas pertenencias que aún mantenían con ellos pero cada centavo había valido la pena.

Ahora el junto con esos cuatro chicos habían logrado crear su propio imperio donde podían dejar de fingir frente la sociedad y hacer lo que más en el mundo amaban, y apasionaba.

Por eso y por el amor que le tenia a su trabajo cuando aquel chico de cabellos rizados dorados como el oro , piel ligeramente bronceada limpia de cualquier rastro de tinta , pantalones acampanados y suéter a cuadros entro por su estudio pidiendo, o más bien exigiendo por un tatuaje lo considero como una burla a todo lo que el y sus amigos habían logrado.

Aún recordaba cómo es que había girado la vista encontrándose con los cuatro pares de ojos viendo la escena interesados en lo que iba a pasar y evadiéndola al instante en que les pidió con su mirada ayuda.

El chico había alegado tanto y gritado al mismo tiempo que el tenía todo derecho a hacerse un tatuaje y como cliente siempre debían de darle la razón que no tuvo más remedio que hacerlo pasar a su estudio personal y preparar las maquinas dispuesto a hacerle el bendito tatuaje a aquel muchacho de hebras doradas.

Pero apenas se había puesto los guantes y preparado la tinta pudo ver el miedo recorrer cada fibra de aquel esbelto cuerpo. Cada persona que pasaba por la puerta del establecimiento siempre tenía una mirada decidida y segura, había uno que otro caso especial que no era así pero el punto es que cada persona tenía una historia que quería plasmar y recordar en su piel, sabían lo que querían expresar mediante su tatuaje, por eso cuando le pregunto al de hebras rubias que es lo que quería hacerse y donde, y este le respondió se manera grosera y tosca que lo que el quisiera y en donde quisiera no pudo tomarlo en serio.