La vecina de al lado.

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Esas palabras aún retumban en mi cabeza, esa mirada, ese sentimiento transmitido. En una exclamación, esa reacción, nunca pensé llegar a ver una tan de cerca, pero sé que mi corazón dice lo mismo y decírselo de frente se me hará imposible, llevo esto atrapado entre pecho y espalda desde días, meses y años. Solo que la ley no me lo ha permitido, esa ley, esa maldita ley que me quiere alejar de la felicidad, todo empezó cuando tenía 5 años.

Tenía 5 años, mis padres habían comprado una casa en unos suburbios, nos habíamos mudado porque mi padre había sido asignado a esta nuevo sector y dónde vivíamos se hacía imposible que llegase a tiempo, con suerte la empresa le ayudo con la inicial de la casa, después de todo y a pesar del orden económico que llegó desde la aplicación de la ley, son cosas que siempre deberán de ayudarte para poder progresar.

El suburbio era adorable, habían muchos niños de mi edad, acompañado de una amplitud de parques y campos deportivos para la recreación de las nuevas generaciones; casas juntas, solo separadas por un pequeño pasillo de aproximadamente 2 metros de separación. Todas las casas eran iguales, aunque algunos residentes ya habían realizado cambios a las suyas, nosotros como éramos los recién llegados, nuestra casa era como lo fueron todas en un principio.

Al bajarme del auto, tuve que ayudar a mi padre con cosas más ligeras del auto, cajas con juguetes y videojuegos, papeleo del trabajo de mi padre, algunos utensilios de mi madre y otras cosas que les pertenecían a ellos. Mi madre estaba embarazada de mi hermana y esto era muy atareado para ella, por eso ella se había quedado en casa de mis abuelos mientras mi padre y yo nos encargábamos de la mudanza, era un niño muy hiperactivo, quién me viera ahora.

—Little V ¿Por qué no vas a pasear por el vecindario mientras los señores de la mudanza y yo terminamos con esto?.

Me dijo mi padre con una sonrisa en su rostro, a pesar de todo el buscaba la felicidad para nosotros, así que recuerdo haber tomado mi Nintendo DS de la caja de juguetes e irme por ahí a ver qué tenía el nuevo vecindario para ofrecerme.

Caminé por la acera durante unos cuantos cientos de metros sin darme cuenta ya que tenía los ojos puestos sobre la pantalla de consola, tratando de superar el récord de mi padre en Tetris.

Ya sin darme cuenta, estaba en un parque de juegos para niños, en ese momento solamente me senté en una banca para poder seguir jugando a gusto, habían niños jugando, era un grupo bastante grande de chicos y chicas, estuve sentado ahí durante un par de horas, incluso más, ya se acercaba la hora del toque de queda para niños, que era cerca de las 17:30, estaba muy concentrado en llegar al récord de mi padre cuando de pronto escuché un llanto.

—Vamos chicas ayúdenme, no sean así.

Era una niña con dos coletas, pelirroja, aunque a diferencia del típico niño pelirrojo, ella tenía los ojos café, se encontraba llorando en el piso con la rodilla llena de sangre, se había hecho un raspón, para nosotros en la actualidad no sería nada, pero éramos niños y como sea, la sangre les asusta.

La niña comenzaba a llorar con cada vez más intensidad, no sé que pasó por mi egoísta mente de niño, pero guardé en mi bolsillo la Nintendo DS y salí en su ayuda, la tomé de la mano y la levanté, pasé su brazo por mi hombro y le hablé.

—Dime dónde vives, te ayudaré. —Por mi cabeza solo pasaba ser un héroe—¿Te duele mucho?
—No me duele tanto, de verdad gracias...
—Viktor, pero puedes decirme Vik

Caminamos un largo recorrido en contrareloj, ya que si pasaba alguna patrulla por el vecindario y veía a dos niños más allá de las 17:30 sin sus padres, ellos iban a recibir una multa, no conocía aún a los padres de Victoria, así que no sabia como reaccionarían, a día de hoy los conozco y sé que son grandes personas, pero para un niño de 5 años el mayor miedo es ser regañado o reprendido.

El camino se hizo corto, aunque cada vez menos sangre goteaba de su rodilla, cuando me doy cuenta mi padre estaba esperando al frente de mi casa con una cara de angustia, aunque su angustia se agravó al ver la rodilla de Victoria, así que fue corriendo hacia nosotros para ver cómo estaba, mi padre le preguntó donde vivía, ella había señalado justo al lado de nuestra casa, en eso yo voy corriendo mientras mi padre llevaba a Victoria en sus brazos, en eso tocó el timbre de manera desesperada, cuando veo que sale una señora de piel color canela y cabello corto de color castaño.

—Hola nene ¿En qué puedo ayudarte? —En eso sube la mirada de manera rápida a ver a mi padre que llevaba a su hija— Santo Dios —Exclamó angustiada.— Llévela a la sala, por favor.

En eso mi padre y yo entramos en su casa, la señora busco un taburete para que mi padre colocase a Victoria en el sofá con la pierna sobre el taburete.

Ella comenzó a limpiar las heridas de su pierna con alcohol y una gasa, ella emitía chillidos de dolor, mientras su madre la reprendía de manera leve.

—De verdad, muchas gracias señor, ella es un poco distraída y no podría imaginar a que ella se hubiese quedado sola en el parque o incluso algo peor.
—No importa. —Dijo mi padre de manera modesta—Fue todo gracias a mi hijo Vik.
—De verdad muchas gracias —Recuerdo que no paraba de disculparse—Ahora que caigo en cuenta ¿Son nuevos en el vecindario? —Preguntó un tanto extrañada.
—Si, me acabo de mudar por trabajo con mi esposa que está embarazada y el pequeño Vik, mucho gusto, soy el señor Acker, pero ya que somos vecinos, dígame Pete. —Le dijo mi padre en su tono siempre cálido
—De verdad muchas gracias señor Ack... digo, Pete. Yo soy Margarita Blanxart, pero dígame Margaret.

En eso ellos se pusieron a charlar y a partir de ahí, se formó el lazo de ambas familias, de su madre y mi padre, lazo al que más tarde se uniría mi madre y se convertirían en mejores amigos. Sobre mi, bueno, seguí jugando en la consola y cuando ya casi alcanzaba a mi padre, me quedé sin batería. Después de que mi padre se tomará una tacita de café, volvimos a casa, el se fue a buscar a mi madre, ya que la mudanza había acabado y ya podíamos dormir, mientras tanto, yo entré a la que actualmente es mi habitación y conecté el cargador de mi Nintendo DS al primer toma corriente y la dejé cargando, en eso escucho que alguien me llama del otro lado de la ventana.

—Hey, niño, hey. —Me estaba llamando Victoria al otro lado de la ventana.

Ese fue el primer momento donde comenzaron las reuniones nocturnas de los Vick

—Hey ¿Como está tu rodilla?
—Ya mejor, con un príncipe como tu padre evitó que desangrara.
—No digas eso de mi papá, mi papá es un superhéroe y su pareja contra el crimen es mi mamá.
—Como se nota que te falta elegancia, niño
—Niña tonta. —Recuerdo que le saqué la lengua.
—¡Yo no soy ninguna niña tonta! —Exclamó con fuerza. —Yo soy la princesa Victoria.
—Ay ajá.

Esos recuerdos, esos son los bonitos recuerdos que hacen que mi felicidad a día de hoy siga siendo estable y considero que poco a poco, mi vida podrá resolverse, a pesar de que está estúpida ley me quiera dañar mi futuro junto a Victoria.

—Nitoo', baja a comer. —Gritó mi hermana desde la planta baja, avisando para ir a comer.
—Ya voy, ni te atrevas a subir!

Aún no me decido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora