Baladas y chocolate caliente

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Aclaración: Es un AU sin quirks. No hay mención ni aparición de otras shipps además del TodoDeku.

Y es un especial de San Valentín ;u; ¡Ojalá lo disfruten!

El catorce de febrero nunca tuvo un gran significado en la vida de Izuku

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El catorce de febrero nunca tuvo un gran significado en la vida de Izuku.

Al menos a eso se había acostumbrado. Hasta que entró en preparatoria, época de su vida en la que hizo sus primeros amigos, San Valentín era solo otra festividad de la que no esperaba nada además del chocolate caliente casero de su madre —el más delicioso de todos los obsequios de amor verdadero, se atrevía a agregar—.

Pero las cosas eran diferentes ahora. Ya ni siquiera estaba en preparatoria —cursaba su tercer año de Ingeniería Informática en la universidad—, y su vida social se había vuelto más activa de lo que jamás imaginó. Al final, el catorce de febrero terminó por transformarse en una fecha de la que sí podía esperar una que otra cosa.

Chocolate giri de sus compañeras de clase, un inesperado honmei que aceptaba con tímida cortesía y el tomo anual por parte de Uraraka —que él retribuía con algo lindo en el White day, porque Ochako era su mejor amiga y se merecía lo mejor del mundo. Además, ella usaría sus Gunhead Martial Arts si no se esforzaba con su regalo—.

Era sencillo hacerse una idea de cómo sería su San Valentín. Al fin y al cabo, todo giraba en torno a flores, corazones y montañas de chocolates corteses.

Lo que por supuesto no esperaba era que tomaría la absurda decisión de confesarse a su mejor amigo —y compañero de apartamento, debía agregar— con una balada romántica. No chocolate honmei, tampoco una confesión normal: Izuku estaba practicando una maldita canción de amor para darle una serenata con guitarra al chico que le gustaba.

Iida probablemente le daría sus felicitaciones por ser tan valiente, y Ashido Mina se pondría a saltar con emoción por lo romántico de su gesto. Ochako, por otra parte, se llevaría los dedos a la boca para enfatizar las enormes ganas de vomitar que le provocaba la cursilería de Izuku.

Y no se equivocó respecto a su mejor amiga. Porque, cuando la llamó por teléfono para contarle la novedad e informarle de su progreso, la muchacha se tomó todo su tiempo para reír con ganas y exclamar:

¡Blegh!

Por suerte Shouto no estaba en el apartamento. Y, de todas formas, Izuku había echado el cerrojo a la puerta por si las dudas. Ambos tenían la regla no escrita de "jamás entrar a la habitación del otro a menos que fuera de vida o muerte", y aunque eso nunca sucedía, que Izuku tocara la guitarra sí podía transformarse en una situación de gravedad.

Con los años, la música se había vuelto su forma de expresión más cómoda, y sus sesiones con la guitarra se limitaban a ocasiones especiales, cuando estaba feliz o en los momentos más tristes de su vida. Y dado que Shouto era la clase de chico amable que se preocupaba por sus amigos, lo interrogaría hasta el cansancio si llegaba a escuchar un acorde proveniente de la habitación de Izuku.

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