Capítulo II - Encantadora

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En el infierno Tabris había observado durante toda su existencia a los humanos, a pesar de que le eran desagradables, no podía evitar el que llamaran su atención y a pesar de ello nunca había pasado a la dimensión humana ni una sola vez. Ya le habían ordenado pasar a esa dimensión a cumplir tareas como demonio del encanto, tareas que rechazó siempre ganándose el repudio de muchos demonios superiores a ella.

Los demonios que tienen contacto con el mundo terrenal se distinguían en distintas clases según sus dones, la mayoría ligados hacía instintos oscuros; existían los mentirosos, que llevaban a la gente a engañar y mentir, los del miedo, que conectaban a los humanos con la angustia y la desesperación, los de la pena o la pereza que se alimentaban de las ganas de vivir de hasta los hombres más optimistas, los destructores que alimentaban la ira y el descontrol de los hombres disminuyendo a nada el control de sus impulsos, los abductores que por medio de sus poderes lograban recolectar información para llevar al inframundo, los demonios buscadores que localizaban humanos específicos para propósitos de la orden mayor y los cazadores, demonios fuertes e irracionales enviados a exterminar a humanos obstáculo.

Tabris era un demonio del tipo encantador, como Huldra, la mayoría de las Lilims o hijas de Lilith* (la primera mujer), eran enviadas a el mundo terrenal a encantar humanos para conseguir doblegar sus voluntades y que estos hicieran lo que los demonios quisieran. A diferencia de las Lilim en general, Tabris era muy distinta, las lilim eran seres que buscaban atención siempre, pecan de soberbia y se creen superiores a los demás, son codiciosas y egoístas, solo se mueven orientadas por sus propias necesidades, sin importarles lo que haya en su camino para conseguir saciarlas. Tabris, era un demonio que vivía confundido y sin propósito, no se tenía demasiada confianza, llevaba el rostro medio tapado por timidez y ahora resultaba que debía actuar como un humano de carisma brillante repleto de sueños.

Cuando Wheein le agarró del brazo levantándola, sintió su propio corazón latir agitado, era una nueva sensación con la que no estaba familiarizada, suponía se tenía que empezar a acostumbrar a muchas cosas nuevas para ella ahora que sería Moonbyul.

Wheein: Levántate unnie, rápido, que tenemos que ir a ensayar.

Moonbyul: S-sí. −Dijo con torpeza al levantarse del suelo y seguir a la menor. –

Entraron por unas puertas de vidrio al edificio y luego de pasar el vestíbulo del nada ostentoso edificio, Wheein arrastró a Byul hasta una sala donde se amontonaban un grupo de chicas igual o más jóvenes que ellas todas bailando en sincronía, unas más conectadas con los pasos que otras.

No hacían más de cinco minutos que había llegado a esta dimensión y ya se enfrentaba a su primer desafío. Jamás había bailado, pero ahí estaba a punto de hacerlo, se suponía que llevaba unos cuantos años bailando, se suponía que conocía a las personas que estaban en esa habitación al menos superficialmente, se suponía que era humana.

Brillantemente, mientras entraban a la sala y se escabullían por detrás del grupo le surgió la ocurrencia de cojear, Wheein le había visto tropezar recién, tendría sentido.

Apoyando su mano en muslo derecho, miró a su compañera con ojos de víctima.

Moonbyul: Wheein-ah~ No creo que pueda hacer esto hoy. Creo que me lastimé el tobillo. −Fingió encogiéndose hasta llegar al suelo. −

Wheein: ¿Estás segura? Unnie, justo en dos días más tenemos evaluación. Si no lo logras puede que te descarten. −Dijo agachándose a su lado. −

Moonbyul: ¿Que me descarten para qué?

Viéndolas conversar y en comparecencia de la cara de frustración de Wheein, una tercera joven se unió a la conversación.

INFERNO [Moonsun]Where stories live. Discover now