*4*

8 0 0
                                    

Cuando éramos niñas, e íbamos a jugar en la plaza, Mara siempre quería subir a las hamacas porque decía que quería volar. Ella tuvo toda un época durante los siete años donde se obsesionó con las aves, incluso tenía un disfraz de urraca, era algo más con lo que podría burlarme de ella.

Curiosamente en ese momento pensé en ella y su locura de volar, tal vez sea porque la veo tan pegada al piso que solo la quiero saliendo de allí, desearía que ella pudiera volar como las aves.

— ¡¡MARA!!— Su cara giro solo dos segundos antes de ser arrollada, su mirada no registro mí miedo.

En un segundo ella estaba yendo por café y en el otro su cuerpo estaba a 5 metros, tirado en el frío cemento, mí camisa favorita se veía desgarrada, sus piernas en una extraña posición y su torso boca arriba.

El auto sigzagueo y choco contra una camioneta una calle más adelante.

Mis pies estaban moviéndose antes de que lo supiera, corriendo hacia el auto.
¿Porque iba a allí? ¿Porque mis piernas no me llevan con Mara?

Las personas de los locales gritaban en la calle, las sirenas de policía se oían por todos lados, como uñas rasguñando una pizarra, sangraban mis oídos.

La parte delantera del auto estaba destruida, el parabrisas tenía sangre...
Seguí revisando y en el lado del conductor había un hombre intentado salir.

La puerta se abrió y el cayó arrastrándose, sangre en sus manos, su cabello cubriendo su rostro, su cuerpo cubierto con ropas negras.
Este hombre necesita ayuda, necesita ayuda porque tuvo un accidente.
Tuvo un accidente en el que mato a Mara.
Mis manos van a mí cabeza y tiró de mí cabello.
¿Qué hago aquí?

Giro para ver a las personas al rededor de mí Hermana, yo debo estar allí. Comienzo a correr cuando oigo una voz.

—Vuelve aquí— me giro y el tipo que se arrastraba estaba de pié.

Su cabello se pegaba a su cara por la sangre que no sé de donde provenía, su mirada era paranoica, en su mano un arma.

—Si dices una sola palabra, la ambulancia necesitará dos bolsas para cadáver— estaba paralizada mientras él se acercaba apuntando— llévame a tu auto ¡Ahora!—

Su mano con la pistola se metió debajo de mí camiseta, pinchando mís costillas, y con la otra hizo que pasara mí mano sobre sus hombros.

—Camina—

Me dirigí hacia mí auto, no sabia qué hacer, no podía pensar, estaba en piloto automático. Mí vida se reducía a dar un paso tras el otro.

— Quítale el seguro al auto y súbete— estábamos a metros de entrar al auto. ¿Qué haría allí? ¿Se quería robar el auto? ¿En que volveríamos nosotras a casa? Nosotras...

Miré hacia la multitud en la calle y personas estaban gritando, hablando por teléfono, tomando fotos tratando de darle el gusto al morbo, disfrutando el espectáculo.

Llegamos al auto y me hizo meterme dentro, con el siempre apuntándome.

—Sácame de aquí. Ahora— arranque el auto e hice chirriar los neumáticos.

Mí cabeza estaba nula, mis pensamientos en mute, no había sonidos allí dentro.

—Toma la segunda avenida y continúa por el carril derecho—

Obedecía sus órdenes sin poder emitir sonido. El aire dolía en mis pulmones, tal vez fuera porque el cañón de su pistola se clavaba en mí tan duro como para hacer un agujero o porque sentía cemento puro en todo mí cuerpo.

Fuera por lo que fuera, allí estaba yo, autómata, siguiendo las órdenes de quien mato a mí hermana. Qué diablos estaba haciendo.

Pisé de repente el freno haciendo que nuestros cuerpos fueran tirados hacia el frente.

Aproveche el momento y tome la puerta intentando abrirlo, una luz brillo en mí mente, yo estaba reaccionando al fin, pero rápidamente fue extinguida por un ardiente dolor en mí nuca.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 06, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora