Parte única

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«La armonía más dulce es el sonido de la voz de la mujer que se ama

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«La armonía más dulce es el sonido de la voz de la mujer que se ama.»
—Jean de la Bruyere.

El silencio era la melodía más relajante que sus oídos podían apreciar; la figura más sensual que sus tímpanos acariciaban; y el alma más pura que sus sentidos merecían apreciar

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El silencio era la melodía más relajante que sus oídos podían apreciar; la figura más sensual que sus tímpanos acariciaban; y el alma más pura que sus sentidos merecían apreciar. Oh, sí. No había nada mejor que eso y dudaba que algún día existiera. En definitiva, el silencio era lo mejor que Sasuke Uchiha podía desear y el mejor don que se le pudo haber dado.

Para alguien que nunca se expresó con palabras como él, era demasiado fácil desarrollarse mediante las palabras más inverosímiles sobre sus dedos y palmas; o sencillamente sobre su mirada de oscuridad que resplandecía cual agujero negro sobre algún punto en el universo. Porque no hacía falta una voz de lira que dijera más de lo necesario en un ambiente tranquilo... Él estaba bien así, sin decir una sola palabra.

Sin escuchar voces fastidiosas.

—Dice mi amiga que eres un chico bonito.

¿Un chico bonito?

La conoció un catorce de febrero, en una jardinera mediocre, exactamente donde las flores crecían despreocupadas y las abejas las marcaban para convertirlas en adultas; sí, en el mismo sitio donde él se resguardaba del ajetreo que la muchedumbre causaba, especialmente en esas fechas.

Aquella mujercita había sido lo más hermoso que él había visto —y quizás vería— en toda su vida. Cabello de cereza, piel de porcelana y unos ojos increíblemente verdes que, juraría que eran piedras preciosas; nariz volcánica que derramaba lava hasta sus redondas mejillas; labios de manzana en plena época de cosecha y cuerpo de Venus. La musa perfecta para cualquier dibujante como él.

Y por supuesto, esa voz traída por los mismos ángeles —o demonios— que se impregnó en sus memorias desde el primer instante. Tan hermosa que parecía un sueño, pero a la vez tan insufrible que le daban ganas de gritarle que se callara. Tal vez no sólo la voz de esa mujer le hubo molestado, sino también las palabras tan inadecuadas que su vocabulario le dirigió, aunque fuesen de parte de su amiga rubia, la cual se mantenía expectante a cualquier reacción suya; y es que, él no era en absoluto un «chico bonito». Podía ser un hombre interesante, atractivo e incluso sexy, pero no podían describirlo con tan infantil adjetivo. Lo aceptaba, era un tanto vanidoso si de aspecto físico se hablaba. Sin embargo, tenía un defecto y ese era su voz.

Balada de Media Luna | SasuSakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora