Este libro no habría sido posible sin la ayuda de un grandísimo número de personas generosas y solícitas.
Mi más profundo agradecimiento a...
Mi maravillosa editora Louise Moore por su apoyo incondicional, sus inestimables consejos y su visión de futuro hacia este y todos mis libros. Todos los autores deberían ser tan afortunados como yo.
Jonathan Lloyd, el príncipe de los agentes.
Caitríona Keyes y Anne Marie Scanlon por su apoyo, su información sobre Nueva York y, ante todo, por el termino Acariciador meloso.®
Nicki Finkel y Kirsty Lewis, Nicole McElroy, Jamie Nedwick, Kim Pappas, Aimee Tusa y, en particular, Shoshana Gillis, por dejarme entrar en el maravilloso mundo de las relaciones públicas de la cosmética.
Gwen Hollingsworth, Danielle Koza y Mags Ledwith.
Patrick Kilkelly y Alison Callahan por la información acerca de los Red Sox.
Conor Ferguson y Keelin Shanley por su historia sobre submarinismo, y Malcolm Douglas y Kate Thompson por la información técnica sobre el equipo de submarinismo. Cualquier posible error es mío.
Nadine Morrison por la información acerca de los labrodoodles. (Sí, existen)
Jenny Boland, Ailish Connelly, Susan Dillon, Caron Freeborn, Gai Griffin, Ljiljana Keyes, mamá Keyes, Suzanne Power y Louise Voss por leer el manuscrito en diferentes etapas y brindarme su inestimable opinión y ánimo.
Eibhín Butler, Siobhán Coogan, Patricia Keating, Stephanie Ponder y Suzanne Benson por proporcionarme útiles anécdotas sobre toda clase de temas, desde las citas a ciegas hasta los dolores de parto.
Kate Osborne, que pagó para que «Jacqui Staniforth» fuera un personaje de este libro en una subasta destinada a recaudar fondos para la Fundación Médica para la Atención a las Víctimas de la Tortuta (The Medical Foundation for the Care of Victims of Torture).
Gracias, en especial, a Eileen Prendergast por muchas, muchas cosas, entre ellas por acompañarme a los campeonatos de guerra de guitarra imaginaria.
Si me he olvidado de alguien, a) me avergüenzo profundamente y b) mis más sinceras disculpas.
Y como siempre, gracias a mi amado Tony por todo. A él más que a nadie.
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¿Hay alguien ahí fuera?
RandomMARIAN KEYES Anna Walsh está totalmente destrozada, física y emocionalmente. Cuando estaba tumbada en el sofá en casa de sus padres en Dublín, le obsesionaba una sola cosa: volver a Nueva York, la ciudad que para ella representa los mejores amigos...