Prólogo

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El sobre no tenía remite, lo cual me pareció un poco extraño. Empecé a inquietarme. Y aún más cuando vi mi nombre y mi dirección...

Una mujer sensata no abriría este sobre. Una mujer sensata lo echaría a la papelera y lo olvidaría. Pero excepto el breve periodo entre los veintinueve y los treinta, ¿cuándo había sido yo una mujer sensata? De modo que lo abrí.

Era una tarjeta, la acuarela de un cuenco con unas flores de aspecto mustio. Era lo bastante delgada para notar que había algo dentro. ¿Dinero?, pensé. ¿Un talón? Estaba siendo sarcástica, aún cuando no había nadie allí que me escuchara, y en cualquier caso estaba hablando para mí. Efectivamente, había algo en el interior de la tarjeta: una fotografía. ¿Por qué? Ya tenía muchas parecidas. Entonces me di cuenta de que estaba equivocada. No era de él. Y de repente lo entendí todo.

¿Hay alguien ahí fuera?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora