La explosión que me regaló.

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Después de todo lo que tuvimos que pasar para vencer a Sylvia, los últimos días que pasamos en mi aldea no fueron tan movidos. Salvo porque conocí un nuevo lado de Arue.

Esta iba a ser la última noche que pasaríamos en mi casa, antes de volver a nuestra mansión. Me di cuenta al sentir la mirada de mi madre que estaba esperando la oportunidad de dormirme con mágia. No me sentía ni con las energías para tratar de reclamarle, así que fui a acostarme con Kazuma. Desde el principio, no sentí sus sucias intenciones. Seguramente el hecho de que aceptara dormir con él sin problemas le inhibió su deseo de acosarme.

En lugar de preocuparme porque me hiciera algo, pude disfrutar de una buena charla con Kazuma. Pude averiguar más de su hogar. Y por las cosas extrañas que solía hacer ahí, entendí mejor porque le hacía falta tanto sentido común.

Al final, me habló de ese “Día de San Valentín”, y como ganó una apuesta contra su hermano con otro de sus sucios trucos. También descubrí que él ya era impopular con las mujeres desde siempre. Me extraña que yo no lo hubiera dado por hecho desde el comienzo. Es un perezoso y cobarde. Actúa de forma rara muchas veces, y dice cosas que nadie entiende. Su perversión es tan notoria, que su “Robo” es una extensión de ella. Sí ha ganado mucho dinero, hasta ahora jamás le ha durado mucho tiempo sin que alguna deuda lo consuma… en verdad es difícil encontrarle un punto bueno.

Bueno, excepto por…

—...Eh, no quieres reconocerlo, ¿pero siempre te preocupas por tus camaradas…? No me desagrada esta parte de ti.

Después de todo, a pesar de los fetiches de Darkness y los problemas que Aqua provoca, ha seguido cuidando de ellas. Ha seguido asumiendo la responsabilidad cuando causan problemas, en lugar de realmente buscar deshacerse de ellas.

—Creo que si fuera al país donde vivías… cuando llegara San Valentín te regalaría chocolate. Entonces podrás enseñárselo a tu hermano.

—¿No has oído lo que acabo de decir? Ese “lo que sea-lentín” es un día en que le regalas chocolate a la persona que te gusta. Si vas dando chocolates sin control solo porque eres una persona cercana a un chico, él lo malinterpretará sin duda y acabará sintiéndose miserable. No hagas eso, porque si haces algo así en mi país te marcarán como una mujer facilona.

—Pero a mí me gustas.

Aun con sus casi inexistentes puntos buenos, eso es algo que ya había aceptado.

No estaba locamente enamorada de este pervertido que ahora que había empezado a ganar dinero ya quería dejar de ir de aventuras, pero me gustaba.

Quizás me gustaba por preocuparse por nosotras. Quizás fue porque hemos enfrentado a poderosos enemigos juntos, al depositarnos nuestra confianza mutuamente, y salimos victoriosos. O quizás porque ha sido la única persona que de verdad valoraba mis explosiones con la misma objetividad que yo, y hasta cierto punto me comprende.

Pero admito que había algo que me atrajo a él, e hizo que la idea de compartir cama con él no fuera tan desagradable.

—¿Qué has dicho? Por favor, repite eso.

—No me desagradas.

—Eh, eso es distinto de lo que habías dicho hace un momento, ¿crees que tengo mala memoria o qué?

Y ahora me doy cuenta, que sus reacciones ansiosas son muy divertidas. Bueno. Es mucho mejor a verlo llorar de miedo por…

Sé que Aqua y Darkness le provocaban muchos dolores de cabeza. Pero, yo no era mejor que ellas. Odio decirlo, pero… creo que a veces yo, o lo hacía peor, o no hacía nada.

La explosión que me regalóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora