Cat Eye

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Dedicado especialmente a Paula Rodríguez, mi San Valentín secreto. Ojalá que lo siguiente sea de tu agrado y espero que pases un asombroso día. Aquí te dejo tu pequeño regalito. ¡Larga vida al Cherik!

Gracias especiales al grupo Team Cherik por lanzar el reto, a los nórdicos por sus leyendas, a Philip Pullman por Stelmaria y a mi Fantasmita por platicar del Cherik conmigo.


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Si no lo hubiera visto con sus propios ojos, no lo habría creído nunca, pero Erik acababa de contemplar cómo un leopardo de las nieves se había convertido en un precioso joven.

Gracias a su madre, Erik creció rodeado de historias y leyendas. Una de sus favoritas, hablaba justamente sobre tan preciosa especie, los leopardos de las nieves. Su madre le decía que eran los guardianes de las montañas, capaces de transformarse en seres humanos cuando se desprendían de su suave pelaje, camuflándose entre los hombres para poder subsistir y así seguir protegiendo su hogar.

Por supuesto que al crecer, Erik no pensó en ello más que como una bella historia, cuya moraleja probablemente fuera el respetar a los animales y su hábitat o algo por el estilo.

Jamás esperó que al seguir el rastro de un ibris lastimado, contemplaría la transformación de éste en un joven hombre, quien, después de ocultarse en una pequeña cueva a las faldas de la montaña, con sus propias manos retiró la flecha que tenía encajada en la pierna para después caer desmayado, probablemente por el dolor.

Erik se adentró a la cueva, acercándose con cuidado al chico, comprobando que estuviera con vida y chequeando rápido la gravedad de su herida. Por fortuna no se trataba de algo que lo pusiera en riesgo inminente, pero debía ser tratado.

Sin darle tiempo a su cerebro a que asimilara por completo lo que acababa de observar, tomó al chico en brazos junto a su pelaje olvidado, cubrió su desnudez con la chaqueta que tenía y lo llevó con él.


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El médico que visitó su hogar le dijo que su amigo no corría peligro, pero que la herida en su pierna tardaría un buen tiempo en sanar, dejándole las indicaciones necesarias para su cuidado y programando cuándo serían sus siguientes citas para hacer la revisión correspondiente. Erik lo acompañó hasta la puerta y cuando volvió a entrar, se dirigió de inmediato a su habitación, que era donde descansaba el chico.

Su cerebro aún se sentía confundido y aletargado, sentía que lo que estaba viviendo no era la realidad, pero ya que el resto de sus sensaciones eran percibidas con normalidad, no sabía cómo clasificar lo que estaba ocurriendo.

Observó la piel moteada que descansaba a los pies de la cama, pasando como una manta que ayudaba a su "amigo" a estar en calor. La tomó entre sus manos, sintiendo de inmediato la suavidad del pelaje, única evidencia que tenía de la verdadera naturaleza de la persona que dormía ahora en su cama.

Se sentó al borde de la cama, colocando el pelaje en su regazo y admirando con más detalle a la criatura frente a él. Su piel era tersa y blanca, con unas casi imperceptibles pecas en su rostro y en sus hombros, haciéndolo lucir adorable y que de cierta manera le recordaba al patrón de su piel verdadera. Le había vestido con su piyama, la cual lucía bastante más floja debido a que el chico tenía una menor complexión que él. Antes de que se diera cuenta, sus dedos se enredaron en el cabello castaño, sintiendo las finas hebras deslizarse con suavidad entre ellos, calmando ligeramente esas ganas por tocarlo que, sin saber, habían despertado en sus yemas.

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