—¿Podemos hablar?
Joel casi se ahoga con el refresco que está bebiendo, Erick se apresura en dar suaves golpes en su espalda para intentar calmarlo.
—Cla-claro —asiente, aun tosiendo.
El ojiverde sujeta su mano y lo lleva hasta su habitación, pasan por la visita que ha llegado a casa del rizado. Poco le importa que se vea como un novio posesivo, algo que no es. Pero le preocupa su amigo. Quien sea que lo ha hecho cambiar, no lo merece.
Una vez en la habitación del mayor, lo obliga a sentarse en la cama, la cual está cubierta por el cobertor negro. Cierra la puerta con seguro para que nadie los interrumpa y se posiciona delante de él manteniendo los brazos cruzados y el ceño fruncido.
—¿Quién es?
—¿Quién es qué?
—La persona que te está haciendo cambiar —suelta con enfado—. Déjame decirte que no te merece, te debe amar por lo que eres. Debe amar tu cabello negro como el carbón. Debe amar tus ojos color café como aquella bebida tan exótica. Debe saber que no te gustan los piercings. Debe saber que odias con el alma las agujas. Debe...
—Tú.
—Debe entender que... ¿Qué dijiste? —pregunta confundido ante tan corta respuesta.
Joel se levanta hasta quedar de pie delante suyo, sus mejillas están rojas, ardiendo por la vergüenza que siente.
—Lo hice por ti —admite, viendo sus ojos que están siendo inundados por lágrimas que no se dignan a ir—, lo hice por ti porque me gustas, Erick.
El mencionado no sabe qué decir, su cuerpo entero ha comenzado a temblar. Negando, susurra un «lo siento» y huye del cuarto.
***
¿Aún quieres seguir cambiando por esa persona?
✨
