2021

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Había pasado exactamente una semana desde aquella blanca y fría noche, aquella en que curiosamente había nevado tras 20 años de ausencia, 7 días exactos de la última navidad. Aún podía recordarlo todo perfectamente como si hubiera sido ayer, con una amplia sonrisa en el rostro. Shikamaru la había engañado, sí, la había manipulado a su antojo cual marioneta pero ella no se arrepentía. En absoluto. Y si tuviera que caer nuevamente en su trampa, lo haría una y otra vez -ciegamente- sin siquiera durarlo. Porque ella lo sabía mejor que nadie, la recompensa lo valía.

El contacto de las frías yemas de los dedos de alguien rozaron lentamente su cuello, ascendiendo y descendiendo por la pálida piel de su nuca, alertándola de la presencia de un segundo junto a ella. Abriendo los ojos sonrió, observando al hombre de pié a su lado. Sus ojos color caoba devolviéndole la mirada con la misma temple con que lo recordaba, siempre sereno e impasible. Casi indiferente a la vista de los demás, cortante como el mismo frío de aquel clima invernal. Sin embargo, ellos no lo conocían como ella. E ignoraban el fuego que sus labios desprendían cada vez que entraban en contacto con los de ella. La cálida sensación del suave roce. El amargo sabor a ceniza que tan poco le importaba sentir en su lengua.

-Shikamaru... -sonrió, dejando vagar sus ojos por la tersa piel de él hasta sus carnosos labios. Los cuales anheló devorar con deseo, pero contuvo el impulso con dificultad rehusándose a demostrar debilidad alguna.

-Buenos días Ino... -susurró Shikamaru acercándose peligrosamente a su cuerpo y rodeándole la cintura con ambos brazos, atrayéndola contra él. La rubia jadeó, sonsacando una sonrisa de él pero inmediatamente recompuso su semblante. Jamás admitiría ante el chico sus ansias de besarlo. Sería él quien lo hiciera primero. Siempre.

-¿Qué quieres? -exclamó de forma hosca observando la proximidad de sus labios con tensión, era como si la fuerza gravitatoria la atrajera hacia el moreno y ella difícilmente pudiera rechazarla.

-Nada -dijo encogiéndose de hombros aún sin soltarla, sonriendo con satisfacción ante la mirada de ella sobre su boca. Sabía que Ino lo deseaba, él mismo lo hacía pero no cedería. No ante ella. Si la joven deseaba un beso, tendría que pedirlo o al menos robarlo por cuenta propia. Ésta vez no sería él quien se lo arrebataría, ya había hecho aquello demasiadas veces en el transcurso de la semana.

-Shikamaru...

-¿Si? -dijo con una sonrisa, forzando aún más la cercanía de sus bocas, limitándose a un suspiro de distancia entre ambas. Ino se tensó e inconscientemente humedeció sus labios con la punta de su lengua, observando todo el tiempo los labios de él. Tan tentadores, tan adictivos, tan suculentos.

-¿Qué somos? -preguntó finalmente intentando despejar su mente por unos instantes. El moreno la observó completamente perplejo. Alejando levemente su rostro. No había pensado en ello, pero aparentemente ella sí lo había hecho.

-No lo sé -admitió, sintiendo el rubor ascender a sus mejillas. Ino continuó en silencio a la espera de una validera respuesta-. ¿Tú que crees?

La rubia se encogió de hombros, honestamente desconcertada. Lo cierto era que nunca había estado en una relación. De hecho, no había tenido contacto íntimo alguno con un hombre. Ni siquiera un beso fugaz e inocente. Por lo que no sabía como proceder y, aparentemente, Shikamaru tampoco, a juzgar por la tensión de sus hombros.

-¿Tú que quieres que seamos? -preguntó finalmente el moreno, Ino no supo que responder-. ¿Ino?

-¡No lo sé! -exclamó indignada, sintiéndose de repente tonta por haber sacado tan confuso tema a colación.

2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora