matt

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James Steel y Matthew Wells se conocían desde muy pequeños, probablemente desde que usaban pañales y es que sus padres se conocieron en la época de los 90, justamente en la misma secundaria donde ellos asisten actualmente.

Casi siempre se la pasaban juntos y se ayudaban en todo, típico de mejores amigos.

Cuando uno se sentía mal, el otro intentaba animarle y si uno se metía en problemas, el otro se involucraba para que no recayesen todas las consecuencias solo en uno. A pesar de sus diferencias económicas, nunca le dieron importancia a los malos comentarios hacia su amistad.

Matthew con tan solo 15 años tenía que ocuparse de su hermano menor y trabajar para traer el pan al hogar. De seguro se preguntarán, ¿Qué pasa con sus padres? Pues, hace unas semanas atrás le diagnosticaron a su madre neumonía y su padre intentaba, desesperadamente, conseguir un empleo para comprar los medicamentos que su mujer necesitaba. Por otra parte, James era como el niño mimado de papá y mamá, aunque nunca le gustó que usaran esa mala etiqueta en él, así lo describían otras personas. Era consciente del dinero que tenía pero nunca abusaba de ello.

17/02/2012

— Cuídate, volveré por ti, lo prometo — dijo Matt despidiendo se de su hermanito — ¡Espera! No te vayas a olvidar de tu muñeco — agregó, sacando el objeto de su mochila. Era un regalo de su parte con el fin de que su hermano no se sintiera solo cuando no esté a su lado, ya sea por trabajo o tareas extras que le otorga la Escuela.

— ¡Nos vemos después! — contestó el pequeño eufórico, emprendiendo carrera hacia la entrada de su Establecimiento.

— ¿Cómo se encuentra tu mamá? — preguntó James viendo a Dylan corretear hacia, los que supone, son sus compañeros.

— Gracias a Dios, se encuentra estable — contestó, mirando el pavimento de la calle — Hoy me toca trabajar, así que no creo que pueda ir a tu casa para jugar video juegos —

— No te preocupes, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea. No creo que sea necesario que trabajes, puedo decir a mis padres que...—

— James, agradezco que quieras ayudarme pero quiero sacar a mi familia adelante por mi propia cuenta, no te lo tomes a mal — añadió Matt, interrumpiendo las palabras de su compañero.

— Descuida, respeto tu opinión — pronto miró su reloj de muñeca, mostrando una mueca de preocupación y fastidio a la vez — Es mejor que nos demos prisa si no queremos un llamado de atención por llegar tarde —

La mañana transcurría tranquilamente, a pesar de que les había tocado materias aburridas, ellos siempre prestaban atención a sus profesores; el reloj del salón marcaba las 9:00 a.m, momento en que se escuchó la campana.

— Te espero en la cafetería, muero de hambre — musitó el azabache abandonando el salón con prisa, topándose en la entrada con un pelirrojo que lo miró con indiferencia. Se hizo a un lado para dejarlo pasar y posteriormente, desaparecer por el corredor principal.

— James, tenemos que hablar — tomo asiento al frente del castaño, colocando los codos sobre el pupitre con ambas manos entrelazadas a la altura de su boca. Se mostraba firme y serio, jugueteando con un anillo de oro blanco bastante lujoso que llevaba entre los dedos. Pequeño recordatorio de su cumpleaños, por parte del niñato consentido.

— ¿Qué sucede, Adam? — contestó terminando de guardar sus cosas en la mochila. Alzando la vista poco después hacia el de cabellos rojizos, observando lo con preocupación por la cara que se traía.

— ¿Acaso no notas algo raro entre tu amigo y Alice? — le preguntó, ocultando una sonrisa que fácilmente cualquiera notaría.

— ¿A qué te refieres? ¿Qué pasa con él y mi novia? —

creepypastas y sus historias - leyendas urbanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora