Trece

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Shin...Pronunciaba su nombre en la soledad de su habitación y abrazaba sus piernas imaginando a ese misterioso individuo para el que cada noche tocaba el violín en el balcón. Se acurrucó en la cama usando el brazo como almohada y se puso a oír música mientras pensaba...

Si,como en sus mejores fantasias, su amante era un ser mágico y sobrenatural,a la muchacha le asaltaba una duda ¿Por qué se fijó en ella? Ella no era la más bonita,ni la más inteligente o la mejor violinista;no tenía algo especial como para que un ser así se fijara en ella. Los chicos de su edad pasaban de ella.

Pensando en eso se hizo otra pregunta ¿Qué sentía ella realmente por este ser? ¿Por qué tocaba para él? Venía haciendo unas cosas de forma casi inconsciente,pero no podía seguir así para siempre.

El profundo y devoto amor de aquel ser por ella,podia leerse en cada palabra escogida con meticuloso y amoroso cuidado. Es que eso de "mi rosa perfumada de papel" le ponía la piel de gallina. Era tan bonito y profundo; además era obvio que ese pomposo nombre, sólo era para ella; pensando en ella. Que dulce e intenso debía ser ese amor del que recibía apenas una muestra. Estaba salpicado de ternura también,como los rayos del sol que se cuelan a través de las ramas de los árboles jóvenes. Como no dejarse cautivar por algo así y en especial ella que tenía un corazón,todavía,tan impermeable a la oscuridad del mundo y los mounstros acechantes en él.

Una luna blanca de luz pálida que brillaba sola y callada en su mundo sólo para él. El dios se desvelaba de amor por ella, su rosa de luz de luna y perfumada de papel. Mirándola no había una noche igual y mucho menos otra luna. El dios miraba al firmamento sintiendo que ya del todo no pertenecía a su propio mundo y es que su corazón estaba prisionero muy lejos de su ser. Sus ojos se perdían en lo lejano e inalcanzable mientras se cuestionaba si estaba bien seguir así... Pero no sabía cómo escapar de lo que sentía y la dolorosa realidad de no tenerla ¿Dejaria pasar más días queriéndola amar? Se sabía correspondido y no era suficiente...Sólo una palabra de su boca para él,sólo una caricia de sus ágiles y esbeltas manos,sólo una mirada de esos ojos que tenían la miel y el sol atrapados en la expresión infinita del asombro.

Pasada la media noche llegó al balcón y a traves del cristal la vio dormída. Pensó en otra nota y otra rosa,pero en lugar de eso se quedó allí y cuando ella despertó no se movió,pendandose a salvo detrás de la cortina,mas la luz del tendido eléctrico en la calle dibujo su hincada figura contra la ventana.

Al verle,el aliento de la muchacha  quedó suspendido y sus ojos se abrieron a más no poder...Una sola palabra oyó de su boca. Un monosílabo que petrifico al dios.

-¿Shin?

El Antojo de un dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora