Palawan

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Tokio sentía al Profesor un poco extraño, es como si ya no fuera aquel hombre que ella conoció alguna vez.

La llevó en motocicleta hasta el puerto y allí en bote hacia otra isla. Se notaba nervioso.

- Profesor, ha sucedido algo más? -preguntó ella con algo de precaución.

- Hay un par de cosas que no te he dicho pero que prefiero que veas por ti misma -respondió él, ajustándose las gafas con ese gesto que tanto le caracterizaba.

Ella asintió y ambos guardaron silencio hasta llegar a la isla.

Al llegar fueron recibidos por una pequeña, que corrió hacia ellos gritando algo que hizo que Tokio le lanzara una mirada confundida.

- ¡Papá Sergio! -la pequeña se lanzó a sus brazos y él le sonrió- ¿A dónde has ido? Que te has tardado años.

- Que va peque -rió él- si me he tardado muy poco.

La niña de pronto reparó en que no estaban solos y escondió su rostro en su cuello.

Sergio volteó y le susurró algo, haciendo que la pequeña sonriera. Se bajo de sus brazos y salió disparada al interior de la casa.

- Vamos Tokio, nos esperan dentro -susurró el Profesor.

- ¿Quién era esa niña? -preguntó ella siguiéndole a la casa.

- Mi hija -respondió él sin titubeos y sin dejar de caminar.

Tokio quedó sin habla, perpleja, no sabía que el Profesor tuviera una hija. Vaya. Sin embargo, no sería la única sorpresa que se llevaría. Al entrar a la casa se encontró con la mismísima Inspectora Raquel Murillo.

- ¿Qué hace esta hija de puta aquí? -preguntó la atracadora con toda la furia acumulada.

- Tranquila que es una de los nuestros -respondió él Profesor haciendo que se detuviera en seco cuando vio que estaba por abalanzarse sobre Raquel.

- Digamos que he cambiado de bando -dijo la ex inspectora poniéndose de pie.

- ¿Sabes quién cambia de bando en las guerras? -Tokio se acercó más y más pero Sergio se interpuso entre ella y su objetivo-  Los traidores.

- Tokio -dijo el Profesor en tono de advertencia.

- La gente de mierda -continuó ella.

- Tokio -insistió Sergio.

- ¿Sabes que pasa con esas ratas? -preguntó ella mirando a Raquel quien le devolvía una mirada desafiante- Que pueden cambiar una, dos -esta vez dirigió su mirada al Profesor- cien millones de veces. Que te va a traicionar, que te va a traicionar a ti como les traicionó a ellos.

- Eso no va a pasar -exclamó él.

- Ah, ¿no? -Tokio le miró incrédula- ¿Cómo lo sabes?

- Lo sé -respondió él firmemente- Y tengo la absoluta certeza.

- ¿Qué certeza? ¿La de tu bragueta? -no le dio tiempo a reaccionar que la ex inspectora le abofeteo.

- Si el Profesor dice que soy uno de los vuestros, es que lo soy -Raquel la miró con seriedad- ¿Te queda claro?

- Vaya hostia me has dado, ¿no? -dijo la joven sujetando su mejilla adolorida- Así no nos vamos a llevar bien inspectora.

Raquel se acercó, no sin Sergio intentar frenarla primero, y exclamó- Lisboa, me llamo Lisboa.

Pero antes de que alguno hablará una vez más, Paula entró corriendo a la sala.

- Mamá, Salva se ha despertado -dijo la niña y Raquel le miró sonriendo y relajándose.

- Vamos a por él entonces -susurró Raquel, miró a Sergio y él asintió. Era hora.

Cuando Raquel y Paula se dirigieron a la habitación, Tokio miró al Profesor incrédula.

- Raquel y yo nos casamos hace un par de meses -explicó- Paula es su hija, digamos que, la adopté casi al mismo tiempo.

- ¿Algo más de esta nueva vida que deba saber, Profesor? -preguntó ella y sus ojos se abrieron como platos al ver regresar a Raquel. Pues en sus brazos cargaba a un bebé.

- Pues, hace tres meses que nació nuestro hijo -respondió él y así sin más, ella supo que rescatar a Rio no sería tan sencillo como ella creyó.

Serquel One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora