Cap 13:

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—¡KIM, VEN AQUÍ AHORA MISMO!

Mala idea, muy mala idea.

Cuando Do KyungSoo lanzó aquel grito desesperado, intentando frenar a cierto homosexual reprimido que cargaba a su amigo como un peluche gigante; olvidó tomar en cuenta que casi medio país se apellidaba de esa manera, por lo que ahora se encontraban rodeados de una multitud curiosa por saber quién los había llamado.

El tumulto solo había facilitado la huida de JongDae, quién antes de doblar la esquina, se había detenido para observarlos y mofarse sacándoles la lengua.

—Maldito infantil —KyungSoo habló entre dientes, intentando evitar cualquier contacto con la gente que los rodeaba— ¡Ya, largo de aquí! —Su voz asustó a más de uno— Todos los Kim son unos inútiles.

La última frase había logrado irritarlos, pero solo le dedicaron una mirada de molestia antes de retirarse. Realmente la forma en la que esos inservibles lo observaban no tenía ni el más mínimo efecto en KyungSoo, él mantenía su semblante serio y altanero, y probablemente hubiera permanecido igual de inmutable si no se hubiera percatado del pequeño susurro que se escuchó detrás suyo.

—Pero... yo soy Kim.

La voz lastimera de Jongin se escuchó suave, pero eso fue suficiente para remover el pequeño corazón de Do.

Ese era su más grande punto débil.

Acercarse y rodearlo con sus brazos fue muy fácil ahora que la multitud se había dispersado. Sus abrazos siempre habían sido suficientes para calmarlo.

—Lo eres —Su voz sonando más amorosa de lo que admitiría —Mi gran e inútil Kim.

—Minseok también es Kim.

—Cierra la boca, Byun.




• • •




En algún momento del trayecto, Minseok se había cansado de dar pataditas al aire y de esperar un rescate que al parecer nunca llegaría, así que con su última gota de esperanza optó por negociar.

—¿Te das cuenta de lo que estás haciendo? —Su mirada siempre fija en la parte trasera de su secuestrador, siendo esto lo único que podía ver desde su posición. JongDae lo llevaba sobre el hombro, dejando casi colgar su cabeza y manos, lo que limitaba sus intentos de escape a simples manotazos en su espalda o trasero.

Su pregunta no obtuvo respuesta, solo un leve apretón en su muslo izquierdo como indicador de que se mantuviera en silencio.


Desde su salida del instituto se había encargado de mantenerlo callado con apretones o nalgadas ocasionales cuando nadie estaba viendo.
La gente a su alrededor se había mantenido vigilándolos desde la distancia, pero cualquier sospecha que tuvieran murió cuando el más alto soltó un "Mi amor, deja de hacer berrinche, tu pie está lastimado, si te bajo solo empeorará" en voz alta.

—No sé si sabes que esto es un secuestro. ¡Puedo denunciarte!

Un sonido metálico llegó a sus oídos. Llaves.

—Y yo no sé si sabes que enviar fotos desnudo a alguien que no te las pidió, es acoso. También puedo denunciarte.


El click de una puerta siendo abierta acompañó su comentario, y casi de inmediato fue cerrada, esta vez con ellos dentro.

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