En memoria del crisantemo

Capítulo seis: La reunión de nubes de tormenta

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Sesshoumaru permaneció allí por un par de minutos, y también Kikyou, que lo observaba de cerca. Ella se había alejado un poco de él, sabiendo que tal vez no quisiera tener su compañía por el momento. Gradualmente, todas las emociones en sus ojos se borraron, y la frialdad pura las reemplazó una vez más. Recuperó la compostura y se puso de pie a toda su altura. Con un movimiento de su cabello platino, se giró con la gracia apropiada para un youkai de su rango y abandonó la escena sin decir palabra, desapareció entre la escena y ni siquiera miró a Kikyou, que permaneció en el claro por unos momentos más.

"Hmm ..." Kikyou murmuró para sí misma, pisando una vez más las rocas rugosas que bordean el barranco y escaneando cuidadosamente la árida escena de abajo, reflexionando profundamente sobre lo que acababa de suceder. "Y así sucede. Ella ha roto para siempre el frágil hilo de confianza que se había formado momentáneamente entre ellos. Una tonta; no sabe qué enemigo acababa de adquirir para sí misma".

Una brisa revoloteó por su cabello y cerró los ojos para calmar su espíritu inquieto y sentir el frío aguijón de la brisa de finales de otoño. El invierno llegará en unas pocas semanas, lo sabía. Uno de sus demonios arrebatando almas apareció de la nada y se acercó a ella. Kikyou dejó que le arañara suavemente la mano en un gesto de fidelidad antes de levantarla para mirarla a los ojos. El shinidamachuu miró atentamente a su amante.

"Parece que tengo que rodearlo cuidadosamente de nuevo", le dijo a su mascota. Miró la figura de la luna una vez más; ya había comenzado a hundirse en el horizonte. "No debo olvidar que es un Señor Demonio, la forma en que no debe dejar de recordar que soy una miko".

El solitario shinidamachuu soltó su suave agarre de la mano de la Sacerdotisa y flotó perezosamente en el cielo nocturno y desapareció. Kikyou suspiró, y silenciosamente le dio la espalda al barranco y lentamente regresó a sus compañeros.

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Cuando Kikyou llegó al lado del río, vio a Sesshoumaru donde recordaba que estaba antes de quedarse dormida. Estaba mirando vacías las frías aguas del río, y aunque Kikyou sabía que él estaba al tanto de su presencia, no le prestó ninguna atención particular.

Suspirando una vez más, caminó alrededor de la figura dormida de Rin, deteniéndose para acariciar el cabello oscuro de la niña antes de continuar hacia su lugar debajo del árbol. Acostada una vez más, se posicionó para no enfrentarse a la figura de Sesshoumaru, y lentamente se dejó caer en un sueño inquieto.

"Hice que mi cara cayera frente a esa Demonía", pensó en sus sueños, su orgullo herido por tener que mostrar debilidad a su enemigo. Dentro de su corazón, una nueva voluntad de hierro comenzó a formarse. "Nunca dejaré que eso vuelva a suceder".

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Sesshoumaru cambió temporalmente su línea de visión del río a la figura dormida de Kikyou, que tenía la espalda frente a él. Ciertamente fue un gran golpe para su ego cuando descubrió lo que Kikumo buscaba y se dejó indefenso ante los astutos trucos de una mujer, y un golpe aún mayor al ver que era testigo de su acto tonto: esa obstinada y misteriosa miko.

Había significado sus palabras para Kikumo; él realmente la había amado, pero lo que no podía entender era por qué ella tenía que traicionarlo a su vez. Sesshoumaru recordó lo cerca que se acercó a él, cómo acercó su rostro al de él ... y cómo su mano tomó hábilmente el Tenseiga de su cintura con un solo movimiento. Y ver que Kikyou estaba allí entre los árboles ...

Sesshoumaru involuntariamente hizo un puño con su mano restante, sus garras presionando contra su piel. Detestaba a las criaturas que ocultan un oscuro propósito debajo de sus acciones, incluido ese bastardo cobarde Naraku que una vez le dio un brazo humano solo para que casi lo consumiera, pero era aún más cauteloso con los que lo habían visto dejar salir sus debilidades. Kikyou fue solo un ejemplo perfecto de esa persona.