En memoria del crisantemo

Capítulo uno: Un rescate del Shinidamachuu rojo

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El lago está quieto, y la luz de la luna pálida se refleja en su superficie en forma de espejo. De repente, un enjambre de insectos infernales que se asemejan a las abejas brotan de los arbustos cercanos y comienzan a flotar sobre el inmenso cuerpo de agua como si trataran de echar un vistazo a su fondo turbio.

Como despertado por las acciones del Saimyoushoude Naraku , desde las profundidades del lago estallaron burbujas y perturbó su sueño tranquilo. La superficie oscura no tardó mucho en romperse y revelar un demonio carmesí que excedía la altura de los árboles en longitud.

Después de una mirada cuidadosa a sus alrededores, y el gigantesco Shinidamachuu , es decir, el Demonio arrebatador de almas, se elevó cada vez más alto de su refugio y comenzó a elevarse en el aire nocturno para buscar las almas humanas que eran su sustento.

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En el pequeño templo sintoísta donde la Sacerdotisa No Muerta tenía su morada, el pánico comenzó a llenar el aire. Una enorme nube había cerrado bruscamente la vista de la luna, y estaba flanqueada por luces flotantes, como luciérnagas.

Kikyou, con su atuendo habitual de miko, salió al escuchar la conmoción de los guardias. No solo eso, sentía que alguien la estaba desafiando. Sus ojos oscuros se abrieron de inmediato al ver la nube, las pequeñas luces blancas fueron absorbidas lentamente como si fueran absorbidas por un fuerte viento. La bella sacerdotisa comprendió de inmediato que los puntos de luz eran en realidad almas devoradas por la nube oscura, porque ella misma tenía que vivir de las almas de los recién salidos para seguir viviendo en su cuerpo inanimado de arcilla y huesos, y vivir matar a aquellos que le habían hecho la vida imposible.

'Naraku está haciendo, puedo ver', pensó para sí misma. Ella inmediatamente se puso en acción para recoger sus armas. Lanzando su carcaj de flechas sobre su espalda y agarrando el arco de su arquero, se acercó a uno de los guardias que tenía un caballo atado a un árbol.

"Tomaré prestado tu caballo ahora, si puedo", le dijo Kikyou al joven soldado.

"En cualquier momento, Sacerdotisa Kikyou", respondió el guardia, inclinándose hacia ella y desató el caballo del árbol.

De inmediato, Kikyou montó el corcel en un elegante salto y lo lanzó hacia la nube al galope. De la nada, Shinidamachuu blanca y en miniatura , sus demonios mascotas que recogen almas para que ella use, aparecieron y la siguieron a la cabeza. A medida que se acercaban a la nube ofensiva, Kikyou obtiene una mejor vista del demonio, que en realidad es una versión mucho más grande y más roja de su Shinidamachuu . Sus propios demonios que arrebatan almas se levantaron como para desafiar al enemigo, pero simplemente desaparecieron en pedazos de humo cuando se acercaron al demonio más grande.

Sin desanimarse por el estado de sus propias mascotas, Kikyou continuó y detuvo al caballo cuando apareció el acantilado, y allí pudo obtener una vista despejada del Shinidamachuu y disparar fácilmente sus flechas de pureza para poner fin a su existencia.

Bajando de su montura, sacó una flecha de su carcaj y la colocó en su arco. El demonio carmesí pasaba tranquilamente y ella disparó. El objetivo de Kikyou era bastante pobre, y la flecha simplemente voló más allá del demonio, perdiéndola.

Alarmado por la flecha, el gran Shinidamachuu sevolvió para mirar a la sacerdotisa. Como por una llamada, las almas robadas atrapadas en el cuerpo de Kikyou comenzaron a liberarse y lentamente a la deriva hacia el demonio.

"No es algo fácil de abordar, ¿verdad?" Kikyou pensó para sí misma, haciendo su mejor esfuerzo para no hacerse pedazos mientras lanzaba otra flecha. Privada de almas, su cuerpo inanimado perdería la capacidad de ser móvil y moriría una vez más en el Inframundo. Debe ser su miedo, pero pase lo que pase, su flecha falla una vez más y el enorme demonio comenzó a perseguirla, atraído por las almas que lleva.