3. Looking at him

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Para ser muy gráfica, estábamos en ronda y yo estaba parada entre John y un señor. Junto a John estaba Ringo, junto a él George y por último Paul. Mis ojos recorrieron con admiración el ser de este último; desde su cabello hasta sus zapatos bien lustrados.

Estaba hermoso, realmente hermoso.

Lo había visto en fotos y desde siempre creí que era un niño bonito y genéticamente muy bendecido, pero tenerlo en persona era otra mirada. Era un suspiro.

De pronto sentí la imperiosa necesidad de admirar su lindo rostro durante horas inacabables. Yo miraba hacia quien hablaba, pero me era imposible no volver a posar la vista en él. Y así era: cualquier intento por no verlo era un fracaso. En una de mis miradas discretas el volteó y encontramos los ojos, pero no hicimos más que sonreir y desvíe mi fijación hacia George que se encontraba hablando. En ese momento, a través del rabillo del ojo aprecié que Paul aún me seguía mirando, y eso calentó mi pecho de tal forma que mi corazón hervía de emoción.

—Así que... Amy, ¿dejarás el negocio de la moda? —preguntó alguien de pronto.

—Probablemente. Solo si me va bien en el cine.

—Eres estupenda —dijo una señora—. He oído que has sido aceptada por varios de los estudios más taquilleros de Hollywood. Eres todo un orgullo inglés.

—Gracias —respondí algo sonrojada por los halagos.

—¿Y el teatro? ¿Pensaste en dedicarte a ello? —preguntó George.

—Claro, adoraría hacerlo, pero requiere otra técnica que aún no me he tomado el trabajo de estudiar.

—Cuando acabes en Broadway, acuérdate de hacernos un descuento en las entradas —dijo Paul, quien siempre apoyó cualquier cosa que he querido hacer.

—Se las daré gratis y en primera fila—respondí sonriendo.

De pronto una mano fue apoyada en mi hombro y me obligó a voltear suavemente.

—Buenas noches —dijo Bailey sonriéndole a las personas de la ronda—. Te he buscado por todas partes, Amy. El conserje me ha dicho que estabas con John Lennon.

—Lo siento mucho. Me he olvidado de avisarte —dije algo incómoda por su presencia—. Chicos, él es David Bailey, el fotógrafo con el que trabajo.

—Y su novio —añadió él.

Las miradas severas de John y Paul me dieron hincapié a sonreír forzosamente, mientras Bailey saludaba a mis amigos y los periodistas con quienes hablábamos.

—¡Oye! Yo te conozco. Haz hecho portadas para Vogue —le dijo George.

—¿Lees Vogue? —preguntó Ringo burlón.

—¿Qué? ¡Claro que no! —sobreactuó George—. Lo he visto en anuncios de la calle. Un hombre varonil como yo no lee Vogue.

La broma del más pequeño ayudó a inundarnos de risa unos instantes y olvidar el ambiente tenso que desde mi perspectiva nos habíamos zambullido.

—Claro... Había olvidado que eran... —carraspeó John— novios.

Lo miré suplicante, esperando causar algún efecto alivianado en él.

—Así es John. Y por lo visto ustedes se conocen —dijo Bailey señalandonos con el dedo.

—Sí. Somos amigos— comentó Paul.

—Que extraño, Amy jamás me habló de ustedes —bufó mirándome algo extrañado.

—¿En serio? ¿No te dijo que somos mejores amigos desde los cinco años? —preguntó John.

One Way (segunda parte de "Two Ways")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora