5 Su dolor

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Con sorpresa y dolor se enteró que Pipe no estaba en la capital, sino en un lugar cercano que no lo cuidaba la mamá sino una mujer que se presentó como su esposa; con un dolor ahogado pregunto por él, y descubrió que estaba descansando y aprovechando el tiempo con su pequeño hijo.

Sentía que iba a desfallecer en algún momento de la llamada; la señora tal vez con inocencia le comentaba como había sido el accidente y como iba su recuperación. Ada sólo pronunciaba monosílabos con exclamación de dolor e impotencia, dolor porque amaba a alguien ajeno, dolor porque no sabía porque no cortaba la  llamada e impotencia  porque no estaba cerca de Pipe para cachetearlo y porque se había dado cuenta que en su petición a Dios le había faltado pedir algo tan importante, que fuera libre.

Lloró con amargura durante días, sus amigas al verla triste y con su mirada apagada, pensaban lo peor, sin saber que el muerto en vida era su compañera de clases, quien en ese momento quería guardar todos sus recuerdos en una caja de cartón y deseaba no haber vivido todo lo bello y mágico que ahora quería borrar de su vida.

Las semanas pasaron y Pipe no volvía, le daba miedo llamar y que ocurrieran cualquier cosa como que le contestará otra vez la mujer del teléfono o él y le colgará la llamada al reconocer su voz o le dijera que no volvería y cualquiera que fuera la situación a ella le dolía.

Durante tres semanas decidió que si ese amor bendito volvía ella lo mandaría a la porra, decidió ser fuerte, agarrarse a lo hermoso de su vida y dejar en el olvido aquello que creyó prefecto.

Su aplomo se fue al traste una noche que después de salir de prácticas en el colegio rumbo a casa de su abuela, ayudada por la poca y única iluminación que mostraba su camino gracias a las viejas y poco funcionales farolas de su pueblo lo vio, quedó sembrada en la mitad de la calle y sintió que toda aquella barrera creada en su ausencia se fue al piso, no se atrevió a pronunciar su nombre, evitando que fuera un espectro lo que veía, camino a paso lento tratando de encontrar algún cambio, pero  él al verla no hizo ningún movimiento para ir a su encuentro sólo mirando de reojo miraba como ella con anhelo y duda se acercaba pasó a paso, sintió que no podía con esto y en lugar de ir al encuentro de su negra giro sus pies y se interno en su grupo de amigos con los que seguía hablando ignorando esos ojos que lo miraban con adoración y a la vez con tristeza.

Un Amor Sin GloriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora