02 | 𝔄𝔪𝔢𝔫

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El auto de Félix tenía un olor extrañó, una mezcla entre menta con algo semejante al aroma de la putrefacción. Abrí todas las ventanas pero aun asi pareciera que el hedor estuviera impregnado, como si un cadáver estuviera en el baúl, o simplemente era mi cabeza tratando de hacerme sentir culpable por matar al perro.

Había recibido una llamada insistente de Félix a las dos de la mañana para avisarme de imprevisto que estaba afuera de mi casa con un Renault 19, el cual no me sorprendería que sea robado dadas las circunstancias. Como mujer de los años veinte me subí al auto sin quisquillar con la cabeza gacha adoptando un semblante sumiso, sin saber que haremos, o mas bien que me obligara a hacer. Como una prostituta que estaba por denigrarce solamente porque quería saldar su deuda con su narcotraficante.

—¿A donde se supone que vamos? — pregunté tratando de no sonar tan preocupada.

Félix estaba concentrado en las canciones de Poul Anka que adornaban el silenció que ambos creamos, estaba segura de que no iba a responder pero no podía quedarme con la duda. El gira el volante hacía la derecha y luego de cruzar la esquina se estaciona en la vereda del en frente. Una iglesia luminosa se destaca entre todas las otras casas, y no es por su "espiritualidad" o algún otro absurdo adjetivo religioso, sino porque en la parte superior de la pared hay un exageradamente grande crucifijo blanco decorado con luces plateadas intermitentes.

—Estuve siguiendo a Jesús mi ex novio por un par de semanas, —coloca sus manos en su regazo y no aparta la mirada del ostentoso lugar. — Cuando sale de la iglesia con sus padres se sube a su auto y se larga hacía quien sabe dónde, siempre lo pierdo de vista al cruzar al autopista pero estoy casi seguro de que esta solo durante toda la noche, asi que es el mejor momento para cobrar mi favor.

—Espera Sierra Burgess, ¿lo estuviste acosando? eso sí es de psicópatas.

—Edén no estás en posición de venir con tu mierda moral, recuerda que mataste un perro y no hay nada más repudiable que eso.

Bien, está vez si debía darle la razón pero obviamente no lo iba a admitir en voz alta y en su presencia, por lo que inmediatamente cambie de tema.

—¿Que se supone que haremos?.

—Digamos que comprobaremos si Jesús logra resurgir.

—No entiendo.

—Solo imagina que tu eres un cura manos locas y el un menor que grita— dice mientras sonríe.

—Basta de referencias católicas, que mierda vamos a hacer.— Esa voz me salió más empoderada y firme de lo que esperaba, solo me faltaba una pancarta y estaba lista para ir a marchar a las calles.

—Calma las tetas solo le daremos un susto, ¿Por qué eres tan histérica, menstruas o qué?—dice mientras apaga el motor del auto el cual tendría que haber apagado desde que se estacionó. — Ahora tendremos que ser lo más sigilosos posibles para que no se de cuenta que lo seguimos, así que mantén tu histeria reprimida como buena mujer.

—Tu humor ya me está hartando.

— Trata de no menstruar en el asiento.

—¡Que no estoy menstruando!.

Seguro están usando todas sus neuronas que no fueron arruinadas por las drogas y el alcohol para entender como llegué a este punto, pero para eso debo remontar la conversación de hace tres días.

Las palabras de Félix me habían dejado en una especie de parálisis, no paraba de imaginarme en diferentes situaciones una peor que la anterior, por lo que no supe cómo reaccionar, eso logro que la satisfacción en el rostro de Félix creciera, y con su tono característico de superioridad fue el primero en hablar.

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⏰ Última actualización: Oct 15, 2020 ⏰

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