𝟎𝟎𝟏

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La música corría por el pequeño lugar.

El olor a prensado inundaba la fosas nasales de los jóvenes, quienes bailaban al ritmo de la sintonía tranquila que brindaba aquel muchacho en el diminuto escenario.

Sus guitarras tenian dibujos llamativos y significativos.

Y aquella melodía que resonaba en la sala era digna de ser el himno de la paz.

El jóven de ojos azules que se encontraba liberando armonía en el sótano de una universidad emanaba libertad.

O al menos así lo veía Daniel, que hoy lo había conocido.
Le resultaba extraño nunca haberlo visto, o si se lo había cruzado no haberle prestado atención, ya que era inevitable.

En la época de los 60, Ribba lo único que necesitaba era calma.

La ahora cautiva calle tenía como prisionero al pueblo, y como líder a los policías.

Era horrible ver como los reprimían por la mínima cosa que hacían, era horrible verse maltratados.

Al terminar la canción, el jóven muchacho que cantaba recito un texto, el cual todos cantaron reiteradas veces.

"𝗌𝗂 𝗇𝗈 𝗆𝖾 𝖼𝗈𝗌𝖾𝗇 𝗅𝖺 𝖻𝗈𝖼𝖺, 𝗇𝗈 𝗏𝖺𝗇 𝖺 𝗁𝖺𝖼𝖾𝗋𝗆𝖾 𝖼𝖺𝗅𝗅𝖺𝗋"

Dandole fin a la canción, "ciudad de putas derrotas", unas voces se comenzaron a escuchar.

Estaban abucheando, pero no a el chico de ojos celestes, sino a otras personas: la policía había entrado.

Todos intentaron amontonarse contra ellos para evitar el paso de la cana, algunos corrían, otros escapaban, otros tiraban al suelo la droga, a otros los arrinconaban en la pared para buscar sus documentos, pero en cambio, el jóven de ojos azules se les planto.

El último nombrado colocó su guitarra en posición, mirando desafiante a los represores.

Como respuesta de los policías, tiraron al suelo al jóven, haciendo sonar un gran estruendo por parte de la guitarra electrica.

Todos se encontraban en la comisaría.
Valentín intentaba leer un cártel que se encontraba en aquel lugar, aunque no pudo, ya que un comisario lo empujo.

-¡Estamos en la facultad, estabamos adentro, se supone que ustedes no pueden entrar, es un sitio privado! -combatía "rulo" contra un policía.

-Documentos. -volvió a pedir el último nombrado, impaciente y violentado.

-¡Ustedes son los que violan la ley! -protestó Rulo, nuevamente.

-¡Conteste lo que se le dice, carajo! -interfieré otro policía, golpeando la cabeza del reprimido.

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Oliva siguio investigando el patio, hasta encontrarse con un jóven: este se encontraba con un poco de sangre en su cabeza, seguramente por la culpa de la violenta forma que tienen de tratar los canas.

Cuando se estaba acercando, un gendarme pellizco fuertemente el trasero del rubio, tras esto, Daniel imitó la misma acción del policía, pellizcandole una nalga.

El policía se vió amenazado, y se acercó rudamente al menor.

Valentín rápidamente se acerco a ambos hombres, empujando al oficial.

-Relaja, ¿querés que todos se enteren que te tocaron el culo? -preguntó Oliva.

El gendarme se alejó.

Valentín miro con una sonrisa a Ribba, quien lo miraba tímido.
El dirigió una mano a su frente, y corriendo el cabello acarició la herida.

Sin pensarlo dos veces, el mayor arranco el brazo de su camiseta multicolor, colocándoselo en la herida como si fuese una bandana.

-¡Se me separan las perejitas que esto no es un quilombo, carajo! -empujó un policía.

tanguito ; wosaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora