𝟎𝟎𝟐

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—No me puedo ni sentar siquiera. —añadió Rusito, tomando una cerveza fría del bar luego de aquella noche de complicaciones.— La cana, viste... —miró a Valentín y demás— ¡Siempre te patean el culo! Les encanta —hizo una expresión de disgusto.

—A mi no, a mi, me pegan en la cabeza —dijó Diego— le dan a cada uno en donde mas le pesa. —expreso con aires de grandeza.

—¿A vos te dan en los huevos, no? —preguntó Ruso enojado.

Oliva, quien se encontraba al lado del nombrado recientemente, procedió a meterle un caramelo en la boca a su amigo, para relajarlo.

—... Y el con la campera toda rota —conversaba Rulo con su novia, Silvita.— Los dos se sientan al frente del auto, y se empiezan a reir a carcajadas. —sonrió.

—¿Y así termina? —preguntó desilucionada Silvita.

—No, sigue. —Interfirio apareciendo de la nada Vainstein, el mejor amigo de Valentín— Se les empieza a pasar la risa, se empiezan a poner incómodos, se quedan callados y un poco aburridos.

—¿Cómo que aburridos? —volvió a preguntar Silvita, desconcertada.

—Y si hermana, ¡la parte maravillosa ya la vivieron! Ahora van a empezar a parecerse a sus propios viejos... —expresó Rulo.

—Así termina. —finalizó serio Manuel.

—Pero es terrible... —inquiere Silvia.

Ambos jóvenes asienten, tomando un poco de cerveza.

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La guitarra tocaba aquella hermosa canción, dedicada al comandante Ché Guevara.

Todos pintaban carteles para prepararse para la marcha que harían en la mañana, seguramente llegaría a ser devastadora.

Corazzina acarició los suaves mechones de Daniel, acariciando su herida con la punta de sus yemas.

El amor con el que el menor miraba a Ribba era incomparable a cualquier otra.

—¿Duele? —preguntó Mateo.

Daniel, mirándolo con un pequeño pucherito entre sus labios, negó.

—¿Por qué no fuiste a la asamblea? —preguntó nuevamente el morocho.

—Me harte de las discusiones. —respondió decidido el rubio.

—¡Anarquista! —burló con una sonrisa Palacios.

Daniel le saco la lengua.

—Me dijeron que te hiciste un amigo en la comisaría...

Ribba miro a su amigo, para luego desviar la mirada hacia el piso. Daniel sonrío, recordando a aquel cantante tan apuesto.

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Valentín, sentado en la tapa del inodoro, tocaba su esplandeciente guitarra roja, mientras merodeaba una melodía tranquila y llena de paz.

Manuel, quien se encontraba mirandose al espejo de aquel baño, se giró para hablarle a Valentín.

—Me gusta eh. —expresó el menor, mientras fumaba un cigarrillo.

—Siempre te gustan, para eso estan los amigos.

—No. —respondió Biquard con cierta severidad— Si algo no me gusta te digo.

Damián entrando en escena, se acerco a uno de los urinarios para bajar su pantalón y orinar.

—Capaz entremos en alguna grabación con mi banda, ¿querés entrar al coro? —preguntó Lafuente.

—Ni en el colegio podía entrar al coro. —respondió Oliva.

El trío rio.

—¿Nunca les enseñaron que el baño esta para hacer pis y caca? —entró enojado Rusito, mirando a los tres involucrados.

—¿Vos no tenes sueños en la acústica, Ruso? —vaciló Manuel.

—Pero tambien tengo olfato para la mierda. ¿Ese tema es nuevo? —preguntó, mirando al de ojos azules.— Es lindo eh, parece mentira que te inspires ahi adentro.

Valentín sonrío.

—Ayer conocí a un pibe... —prosiguió el cantante, acordándose del bello rostro de aquel jóven, con una sonrisa.

tanguito ; wosaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora