Empujé la puerta del baño de los chicos. Estaba cerrada. Intenté forcejear un poco, pero nada. Di toda la vuelta para entrar al campo de fútbol y entrar por la otra puerta. Los pasillos seguían vacíos y hacía frío. Aligeré el paso. Los chicos deberían de llevar mucho tiempo esperando, eso no me tranquilizaba en absoluto.
Al cabo de un rato llegue a la puerta de los baños. Tragué saliva y la empujé , cedió sin problemas.
- Chicos, perdón por...- empecé a hablar, pero me di cuenta de que no había nadie- ¿chicos?
De pronto oí un murmullo de detrás de la puerta de los vestuarios. Pegué la oreja y alcancé a oír la voz fuerte y grave de Peter. No sabía bien que decía, así que hice altavoz con las manos y las pegué a la puerta para oír mejor. De repente la puerta se abrió.
Caí de bruces dentro de la sala. Intenté ponerme de pié pero alguien me cogió de los hombros y me levantó de golpe. No veía nada, el cambio de iluminación entre una habitación y otra más el golpe me aturdieron.
- Hombre, mirad, si es nuestro querido amigo Jaimito- dijo uno de los chicos- a ti te estabamos esperando.
- Esto... Yo...- empecé a tartamudear.
- Shhh- me calló el mismo niño a la vez que me ponía su dedo índice en mis labios- calla y danos lo que nos pertenece.
Al fin pude recuperar la vista y entender que quien le hablaba era Peter.
Peter era alto, robusto, con pelo marrón y ojos verdes-azules. Era el clásico matón con el que nunca quieres encontrarte.
- Esto... Sí... Sí, claro... Son ciento ocho euros- pude decir al fin.
- ¿Cómo? ¿Oyeron eso chicos? Ciento ocho euros dice. No, no, no- dijo a la vez que meneaba su grande y gordo dedo frente a mi cara, negando- tú nos darás lo nuestro y a cambio no te partiremos la cara, ¿sí?
- ¡Eso, dile quien manda Peter!- decía uno.
- Pero... Esto...- volví a tartamudear.
- ¿Tienes alguna queja?- dijo acercando su cara a la mía.
Tenía una gran cabeza, era el doble que la mía, tenía también una mirada intimidante.
- Tengo que pagar a Roger de alguna manera- mentí.
- Pues te vas por ahí a hacer mamadas chaval. Deja de hacerme perder el tiempo y danos la maría.
No tenía manera de escapar de esta, estaba rodeado, y además tenia al chico agarrándome por los hombros. Empecé a mirar por toda la sala intentando encontrar algún manera de escapar.
- Deja de hacerte el tonto y dámelo- me extendió la mano.
Sin otra opción metí mis manos en los bolsillos buscando el chivato. Entonces encontré algo mejor. Un botón. Un botón que manda una señal a Marina por si tenía problemas. Lo diseñé y creé para situaciones como esta, ella también tiene uno.
Sin pensarlo dos veces lo pulsé. Ahora solo podía rezar en si Marina lo había visto. Mientras esperaba hice como si buscase la bolsita de maría.
Me di cuenta de que Peter empezaba a cansarse.
- Lo he perdido- dije finalmente.
- ¿Que has qué?- dijo este con cara de incrédulo.
- Lo he perdido- repetí, entonces Peter levantó su puño y no me hizo falta saber cual iba a ser su trayectoria. Iba directo a mi cara. Pero entonces una sonora sirena irrumpió el silencio de la habitación. Era la sirena de incendios. María había recibido mi señal.
