Secuestro

5 1 0
                                    

Ya era el día siguiente y yo salí nuevamente para ir a comprar mi material pero poco antes de llegar a la tienda unos hombres enmascarados me sorprendieron, y aun que intente correr me durmieron con lo que creo que era cloroformo, me pusieron un saco en la cabeza antes de poder hacer nada y en unos minutos ya me había desmayado.

UN RATO DESPUÉS

Me desperté notando el frío suelo bajo mi espalda, ya no llevaba puesto aquel saco así que abrí lentamente los ojos que trataban de adaptarse a toda la luz que vino repentinamente. Vi que estaba en un lugar extraño, como un coliseo, había mucha gente sentada en las gradas mirándome, no intentaban esconder sus rostros así que supuse que me esperaba lo peor, y no solo eso sino que además muchos de los rostros eran de conocidos e incluso estrellas y figuras políticas pero yo solo podía fijarme en las tres personas frente a mi: dos hombres y una mujer, el primero era alto, delgado pero sus ojos vibraban con una fuerza inolvidable y tenía un pelo negro que le llegaba hasta lo más bajo de la espalda. El segundo hombre era corpulento y de estatura media con pelo corto de color blanco y un aura que daba terror a cualquiera. Y luego estaba una mujer con un pelo muy largo y negro como el carbón que le llegaba casi hasta los zapatos, era delgada pero alta y tenía una figura imponente. Nada más ver a estas tres personas quede sorprendida y asustada, mis ojos querían llorar y yo quería correr pero me quedé paralizada, sin embargo tenía que hacer algo, no podía solo esperar la muerte, yo no era nadie importante, si me dijesen que algo así me pasaría no lo hubiera creído, mi cabeza solo intentaba buscar una explicación pero al menos eso sirvió para hacerme despertar, me levante rápidamente y vi como sacaban armas, había espadas, palos y la mujer que usaba únicamente sus puños, querían hacerme daño pero sus rostros no lo demostraban, era todo muy raro pero no tenía tiempo para pensar en tonterías, no podía seguir perdiendo el tiempo.

El primer hombre se dispuso a atacarme, se acerco lentamente casi esperando algo, acerco su espada al suelo e hizo que todo el polvo se levantara dejándome sin saber su posición pero sus pasos se oían cada vez más cercanos cuando un pequeño brillo apareció en el frente, y con el corazón latiendo más rápido que nunca me aleje hacia la pared lo mas rápido que pude aun estando en shock por la situación esperando que hiciera su movimiento.
Fue entonces que vi algo que parecía una bala un cristal fue volando hacia mi y después de rozar mi mejilla dejando un pequeño corte me di cuenta que ya no había espacio detrás de mi.
Entonces el segundo hombre se acerco rápidamente. Cómo un rayo con dos barras de madera en sus manos que parecían muy pesadas y dando un solo golpe en mi brazo derecho  hizo que sintiera un dolor tan intenso como nunca antes había sentido, y aun con el brazo adolorido no podía darme por vencida ya que era obvio que tenían la intención de hacerme daño. Aun así parecía mas bien que querían tomarse su tiempo, haciéndome sufrir poco a poco, quien sabe porque.

Aun así veía sus rostros serios que nuevamente parecían estar esperando algo.
Repentinamente note algo tras de mi, sin embargo solo veía una pared pero mis pelos se pusieron de punta como si un peligro se acercará y fue entonces cuando vi un líquido pegajoso en la pared, negro, casi como petróleo, bajaba de las comisuras de la pared a un ritmo impresionante y se hacía más grande cada vez, entonces la chica empezó a acercarse lenta pero imponentemente, luego levantó un brazo y pude ver como el líquido negro le hacía caso como si fuera parte de ella, hizo como si cogiera algo con su puño cuando aquel fango me agarró del cuello me levanto y me golpeó contra la pared, luego me soltó y caí al suelo con muchos moretones, cuando los tres vieron que estaba a punto de caer inconsciente se dieron la vuelta para irse, con una cara y un aura que casi parecía de decepción, como si dejarme magullada no les fuera suficiente.
No lo comprendía, no había razón para hacer esas cosas.

Los grandes guerreros de RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora