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Aquella mañana en donde el viento se sacudía violentamente y los árboles parecían susurrar el nombre de Caliope otra vez más. Cada día que pasaba, el bosque de Greendale atraía a la pelirroja de alguna manera u otra.

Una vez que llegó hasta los cementerios del patio delantero de los Spellman, Ambrose saludó con su mano hacia la muchacha, quien le respondió con una sonrisa eufórica al mismo tiempo que aceleró el paso.

Sabrina parecía no haber notado la presencia de la chica que ahora abrazaba a su primo, su miraba estaba enfocada en los árboles pero no parecía enfocada realmente. Tras una pequeña charla con el chico, Caliope tomó la mano de Sabrina para deslizarla por la entrada, despidiéndose con la promesa de volver para visitar al Spellman.

Habiendo pasado minutos de puro silencio con una Sabrina distante y pensativa, la compañera notó un animal negro que la seguía.

Se detuvo en seco cuando notó que era un gato lo que su ojo había captado, acercando su mano para entablar una amistad. El gato en seguida comenzó a inspeccionar a Caliope determinando qué era realmente, una vez que entendió que se trataba de una simple adolescente se dejó tomar entre sus brazos.

—¿Quién es este pequeño amigo?

"Salem." el espíritu maullo su nombre pero sólo Sabrina pudo entenderlo, sacándola del trance en el que había estado desde que su primo había mencionado la malum mallus.

—Mis tías me permitieron tenerlo a cambio de prácticamente vender mi alma.

Su compañera frunció la nariz con confusión, pensando que se trataba sólo de condiciones que habían puesto las tías. —¿A qué te refieres, Sabrina?

La rubia se detuvo por un segundo a pensar en la respuesta correcta, ¿guardaría Lio su secreto? ¿cuántos secretos más aguantaría hasta explotar?

Caliope era conocida por su facilidad de guardar secretos, era una persona que aspiraba a confianza y las personas caían de cualquier manera. El hecho de que quizá estaba luchando por no contar algo en este momento le ponía los pelos de punta, Sabrina no podría aguantar con tantas personas del cual ser confidente.

—Mis tías quieren que renuncie a todo lo que conozco para ir a una escuela privada... la misma escuela a la que fue mi padre.

¿Sabrina yéndose de Greendale? Debido a que no habían escuelas privadas en Greendale o, si quiera, en Riverdale significaba que tendría que mudarse.

Pensó en un momento el sufrimiento por el que el club del susto pasaría, ella incluyéndose. Sabrina era con quien compartia llamadas espontáneas o bromas internas durante las cenas que mantenían ambas familias. Habían crecido juntas y, si bien ambas tenían sus respectivas mejores amigas, eran lo más cercano a hermanas que habían tenido alguna vez. No se podían imaginar una vida sin la otra; las fiestas serían insulsas sin sus bailes de medianoche; contarse las mejores historias de horror hasta que la otra se rindiera; molestar a Ambrose en cuanto una se aburriera. Todo aquello estaría perdido pero, una vez más, si significaba la felicidad de su amiga estaba dispuesta a aceptarlo.

—Primero tienes que pensar en ti y en lo que tu crees que podría hacerte (o te hace) feliz.

Por más corto y breve había sido su consejo, Sabrina lo disfruto. La muchacha contenía sabiduría en su interior y todos lo pasaban de largo, inclusive sus madres.

Antes de sumirse en un silencio absoluto, la pelirroja sintió que no podía acabar la conversación de manera tan seria y soltó una pequeña broma que, aunque ella no lo sabía, cambiaría el rumbo de las cosas. —Es tu alma, no tienes por qué venderla.

Una vez en Baxter high, Sabrina se alejó de Caliope chillando que iría a manejar asuntos del club feminista con Ros. Ésto dejó atontada a la muchacha, quien había creído que realmente le habían propuesto ser fundadora y acabaron por excluirla completamnete.

Harvey pasó por su lado y luchó con sus rodillas para que no tiemblen más. Ésos efectos sólo ocurrían cuando Caliope se cruzaba en su camino por más que quisiera evitarlo.

—Lio. —sonrió besando la mejilla de la chica que pareció olvidarlo todo por el segundo en el que los labios del chico se posaron sobre ella.

—Hey, Harv.

Un minuto de silencio en el que mantuvieron sus miradas puestas en el otro bastó para que Harvey tomara su mano y arrastrara a la animadora hacia la parte trasera del colegio.

—¿Algo te está molestando, Lio?

Ella observó el rostro inocente del muchacho con un dije de felicidad, haciendo que el otro se sonrojase. —¿Cómo lo descubriste?

—Tus ojos. Cuéntame.

Las gradas estaban a centímetros de ellos por lo que tomaron aquello como una señal para sentarse. Sus manos se entrelazaron sin ninguna segunda intención, el pulso de ambos se elevo con adrenalina. Ella amaba a Sabrina, sin lugar a dudas, pero Harvey la hacia sentir inmortal y Harvey se hallaba en el medio de un dilema en el que la balanza parecía moverse cada vez más de un lado y del otro. Sabrina hacía que los pies de Harvey se hallaran sobre el suelo pero, con sólo dos palabras, Caliope lo hacía volar sin siquiera intentarlo.

—Realmente quiero participar de WICCA pero siento que las chicas sólo quieren tenerme allí por mi puesto en el equipo de animadoras.

—No te sientas así, el grupo (segun lo que entendí) es para que te sientas escuchada y apoyada por un grupo de personas que pasan por lo mismo que ti.

—Sé eso, sólo que quisiera hacer algo pero no sé que podría aportar yo. En éste momento las chicas están probablemente organizando cada detalle mientras que no se les pasé por su mente ni un instante.

Se preguntó si ella pasaría por la mente de Harvey. No se dio cuenta que era una de las cosas que más poblaba la mente de Harvey.

—Estoy seguro que no saben lo que realmente te interesa este grupo. Puedes ir sugiriendo tu ayuda a Roz... y a Brina. —el nombrarla a ella hizo que sus manos se separaran disimuladamente pero la conversación siguió sin haberse alejado ni un centímetro.— Puedes buscar chicas para unirse y así mostrar tu compromiso con el club.

—Eres tan inteligente, Harvey. —ella sacudió su cabello con una sonrisa.

Harvey se preguntó si él pasaría por la mente de Calíope, si lo tendría en cuenta para confiarle sus pensamientos más lugubre. No se dio cuenta que el grupo de confianza de la pelirroja era un club muy reducido y que él era una de las únicas dos personas que formaban parte de dicho club.

EQUIPO ! harvey kinkleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora