En el último crepúsculo de julio de 1770, yacía yo en una de las habitaciones de la casa agonizando lentamente. Mi vida estaba llegando a su fin, como cualquier otra, pero, aun muriendo de una forma natural, por mis venas solo corría la venganza y mis pensamientos estaban corroídos por la envidia.
Siendo la hija menor de una familia rica, y teniendo tres hermanos para heredar dicha riqueza, yo no había sido más que una molestia y un peso que mis padres nos estaban dispuestos a soportar.
Cuando mi padre murió, mis hermanos heredaron todas las tierras y yo, miserable infeliz, tuve que cuidar a mi madre durante sus últimos años de vida. Más tarde, mi hermano mayor decidió hacerme casar con un hombre cuya riqueza también era notable, pero, como persona, no era más que un necio aprovechado cuyo único interés en la vida era el de amasar una gran fortuna y engendrar hijos que la heredaran. Y así quedé embarazada a los veinte años y di a luz a un niño, que creció bajo una estricta enseñanza y que poseía unos modales irreprochables.
Durante ese tiempo conocí a más hombres, y más tarde me di cuenta de que fue un error, pues era irremediablemente bella y era inevitable no levantar miradas indeseadas cada vez que salía a la calle.
Mi marido murió en 1758 y mi hijo se convirtió en la cabeza de familia. Este, se deshizo en mí en cuanto el poder llegó a sus manos, y aun no comprendo por qué razón lo hizo. Desde aquel entonces vagué por las calles silenciosas de la ciudad buscando algo que llevarme a la boca y un refugio donde pasar la noche cuando llegaba el gélido viento de invierno.
Ahora, veinte años más tarde desde que fui desterrada por mi propio hijo, pronunciaba yo mis últimas palabras. Me encontraba en el interior de una vivienda semiderruida y muy deteriorada gracias al paso del tiempo y válgase lo que digo, pues el techo se caía por momentos.
A punto estaba de cerrar los ojos por última vez, cuando, el espíritu que habitaba en mí desde el día de mi nacimiento decidió revelarse por última vez. Pero esa revelación me hizo renacer, y toda mi vida dio un vuelco tremendo. La venganza ahora es una realidad y no es inalcanzable. Los crepúsculos comenzarán y la sangre será muy afamada en la historia que os voy a contar.
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Los últimos crepúsculos de julio
EspiritualEl reloj va marcando el latido de los corazones ajenos, que presos de terror caen sin vida a mis pies. No soy más que una bella joven, cuya infancia infeliz, permitió dar paso a una vida llena de misterios e intrigas marcadas por los crepúsculos...